29 mar. 2024

Obreros de la azucarera venden sus animales para alimentar a sus hijos

“Pésima administración”, es la acusación más suave de los empleados de Azucarera Iturbe, que no perdonan a los actuales herederos haber dejado quebrar la industria. “Merecen la cárcel”, dicen.

Carreta vacía.  “Hace un año que me quedé sin nada que transportar”, dice este carrero.

Carreta vacía. “Hace un año que me quedé sin nada que transportar”, dice este carrero.

Por Andrés Colmán Gutiérrez y Jorge Galeano

ITURBE, GUAIRÁ

Primero, simplemente, dejaron de pagarles el salario.

“Fue a fines de octubre del 2013 cuando nos pagaron el sueldo por última vez. Igual, todos los empleados seguíamos viniendo a trabajar puntualmente porque no queríamos que nos acusen de abandono de nuestro puesto”, explica Alejo Herrera, empleado administrativo de la Azucarera Iturbe, en proceso de quiebra.

Así, cerca de 500 empleados en tiempo de zafra, y 200 en entrezafra, estuvieron trabajando sin cobrar ni un solo guaraní en el ingenio azucarero, hasta que finalmente les llegó la comunicación de suspensión del contrato de trabajo, desde el 3 de agosto último, por un plazo legal de 90 días.

Como empleado administrativo, Herrera estaba cobrando un sueldo mensual de 2.000.000 de guaraníes, por tanto, la empresa le adeuda cerca de 18 millones por los nueve meses trabajado, sostiene. En total, la deuda de la firma con los obreros, cañeros y transportistas es de 15.000 millones de guaraníes.

“Ustedes no se imaginan lo que significa no tener un ingreso, cuando tenés una familia que mantener. En mi caso, mi esposa pudo conseguir trabajo como empleada doméstica y ella es la que mantiene nuestra casa, pero hay muchos compañeros que no tienen otros recursos y están teniendo que vender sus pocos animales domésticos, su única vaquita o sus últimas gallinas, para poder alimentar a sus hijos”, relata Herrera.

CRISIS TOTAL. “Todo se vino abajo”, sostiene el empresario René Cabral, propietario del Hotel Santa Clara, quien apostó por promover el turismo interno en la región, invirtiendo en un moderno establecimiento hotelero, ubicado frente a la antigua estación de trenes de Iturbe.

“Cuando iniciamos, había un buen movimiento de la economía regional, porque el ingenio azucarero trabajaba bien, vendía azúcar orgánica a Estados Unidos y a Europa, hasta que estalló la crisis, y todos nos quedamos con muchas cuentas sin poder cobrar, y la población entera entró en receso”, destaca.

La paralización de la azucarera afectó en cadena a toda la economía local y regional. Al no poder cobrar los obreros, no pudieron cancelar sus cuentas en tiendas y almacenes, como tampoco pudieron seguir comprando. Al no cobrar, los cañicultores tampoco pudieron honrar sus créditos en los bancos, ni a sus proveedores de insumos. Los carreteros y transportistas quedaron parados. Mucha gente tuvo que migrar a buscar otros empleos.

“Iturbe se convirtió en un pueblo que está agonizando, porque realmente la principal fuente económica era la azucarera”, explica el hotelero René Cabral.

ACUSACIÓN. Karin Nenito Yubi es uno de los más antiguos ex empleados de la azucarera y uno de los más férreos críticos de los actuales propietarios de la fallida industria, a quienes acusa directamente de “criminales, ladrones y estafadores, que están matando a todo un pueblo”.

Yubi, quien es tío del historiador y periodista Javier Yubi, empezó a trabajar como pesador de caña de azúcar en el ingenio en 1966, luego fue recepcionista y finalmente inspector agrícola, hasta que se acopló a la gran huelga obrera de 1998, cuando acabó despedido junto a otros 127 trabajadores.

“Esta empresa tuvo su época de gloria, cuando estaban al frente personas como la señora Sara Friedmann de Codas y su hermana doña Rebeca, que eran personas muy correctas; pero luego vinieron los herederos, los yernos y nietos, como la señora Emma Codas Friedmann, y, sobre todo, su marido, Fernando Campos Riera, que son los que fundieron una próspera industria, por la pésima administración”, sostiene don Nenito.

Pero aun en la buena época, la Azucarera Iturbe siempre incumplió los derechos laborales, según Yubi.

“Justamente, a nosotros nos despidieron por reclamar que nos estaban robando nuestros aportes al IPS, nos descontaban, pero no pagaban. De los 42 años que yo estuve aportando como trabajador, solo me reconocen 16 años de aporte y apenas me puedo jubilar cobrando unos miserables 420.000 guaraníes al mes. Por eso les hice una demanda”, refiere.

CUENTAS. Al igual que la mayoría de los trabajadores y dirigentes sindicales, Nenito Yubi sostiene que los actuales directivos de la Azucarera Iturbe deben rendir cuentas por haber defraudado a miles de obreros, cañicultores, transportistas y comerciantes.

“Decir que fundieron una industria próspera de más de un siglo y arrastraron en la caída a todo un pueblo, es ser generosos. Hay que llamarles como lo que son: estafadores, defraudadores, y deberían ir a la cárcel. Pero aquí lo prioritario es pagar las cuentas y salvar la industria, vendiéndola a otros empresarios que la puedan reactivar, para poder salvar a la gente y a todo el pueblo de Iturbe”, asegura.

Yubi es uno más de los tantos ex obreros y actuales empleados que hoy deambulan por las calles y plazas de Iturbe, esperando que algunos de los tantos proyectos gubernamentales o legislativos de salvataje tengan algún resultado concreto.

“Hemos escuchado muchas promesas del presidente, de los senadores, de los diputados, de las autoridades regionales, que dicen que van a ayudarnos. Esperamos que alguna cosa ocurra, antes de que sea muy tarde...”, reflexiona.