25 abr. 2024

Obispo cuestionó desvíos de Fonacide e insistió en acabar con narcopolítica

Durante la homilía matinal en la Basílica de Caacupé, monseñor Lucio Alfert criticó que intendentes que roban “techos adecuados para las escuelas” sigan libres. Pidió a autoridades que defiendan a indígenas.

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Los jinetes de todo el país dieron un homenaje a la Virgen de Caacupé

Por Darío Bareiro Fariña

CAACUPÉ

Ante un público mayoritariamente nativo, el obispo Lucio Alfert cuestionó el desvío de recursos del Fonacide por parte de intendentes. En su homilía, el vicario apostólico del Pilcomayo habló de realidades y malversaciones, en alusión al caso del ex intendente de Lambaré Roberto Cárdenas.

El obispo se preguntó: "¿Cómo explicamos que muchos intendentes que robaron a los niños los techos adecuados para las escuelas, al desviar los fondos del Fonacide a sus propios bolsillos, anden libremente?”.

Alfert insistió con acabar la corrupción en las instituciones públicas, con los narcopolíticos y construir una sociedad más igualitaria. “Ser misericordioso significa acabar con la corrupción en la administración pública, acabar con los narcopolíticos y su brutalidad, que quitan el techo y a menudo la vida del prójimo”.

Como todos los años, Alfert fue la voz de los más pobres, de los expulsados, de los olvidados. El vicario apostólico del Pilcomayo habló desde el púlpito de la Basílica de Caacupé de que Paraguay no se puede lucir de la virtud de la misericordia, debido a las desigualdades sociales.

“Hay quienes viven en mansiones de lujo con todas las comodidades, construidas muchas veces con dinero ganado con el sudor de la frente de los pobres explotados o robado del pueblo en las instituciones públicas, de manera corrupta”, cuestionó el prelado de origen alemán.

Hace 29 años, Alfert llegó al Chaco como obispo. “En ese entonces, en casi 500 kilómetros sobre la ruta no había ningún lugar para una casa, sino que había solo la cuneta de la ruta y el alambrado para vacas. ¿Es el ganado más importante que los seres humanos?”, cuestionó el prelado, al llamar la atención sobre la insensibilidad de los gobiernos.

Las preguntas del obispo no pararon: "¿Cómo explicamos al Dios misericordioso que estamos obligando a los obreros en las estancias a vivir bajo un techo de hule, o que las pobres casas de los bañados, fabricadas de cartón y tablas, cada año son destrozadas por las crecientes del río?”.

El obispo se dirigió varias veces a los indígenas que se encontraban en la Basílica y les instó a mantenerse en su comunidad; también a conservar sus valores culturales, la solidaridad, el respeto a Dios y el valor a la vida.

En la homilía, exigió a las autoridades que defiendan los derechos de los pueblos originarios que son expulsados de sus territorios ancestrales y atropellados, a pesar de los reclamos de justicia. "¿Cómo podemos permitir que en un barrio humilde de casitas precarias sean desalojadas solo porque algún platudo compró el terreno y cómo justificamos que los indígenas son expulsados?”.

Como cada vez que preside en Caacupé, habló en defensa del medioambiente. “Destrozamos el hábitat de los indígenas y vienen a nuestras veredas en la ciudad, donde pierden su dignidad y ganan el desprecio de la ciudadanía”.