23 abr. 2024

Nulo control en San Bernardino

Las fiestas veraniegas en San Bernardino siguen siendo una realidad, así como la falta de control policial, a pesar de que durante el lanzamiento del Operativo Verano se dijo que estarían presentes la Patrulla Caminera, la Policía Nacional y la Fiscalía. Sin embargo, varios puntos de aglomeración de personas se encuentran fuera de la lupa de los vigilantes.

Poco después de la medianoche del domingo, jóvenes coparon sitios puntuales de la ciudad veraniega para compartir entre amigos, acompañados de mucho alcohol y una variedad de estilos musicales. Todo parecía que terminaría al amanecer; no obstante, una multitud prefirió extender el plazo festivo.

Una estación de servicio fue el punto de encuentro para jóvenes que llegaron al lugar a bordo de distintos vehículos. Parlantes de gran potencia sonaban en los rodados. Conservadoras llenas de alcohol y pasos de baile amenizaron el encuentro hasta el amanecer ante el ninguneo de policías.

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En el Anfiteatro se realizó un show de bandas nacionales y varios guardias privados se instalaron en el terreno para evitar que el descontrol se apodere de la añeja infraestructura.

El empinado camino que llevaba al Anfiteatro y otros lugares donde se desarrollaron las farras se mostró con un tráfico cargado y una fila interminable de vehículos que llegaron al lugar poco después de las 22.00 del sábado. La Policía, mientras, brillaba por su ausencia, a diferencia de las botellas de cerveza.

Menores al volante. Los estacionamientos improvisados en la vía pública, ubicados a lo largo del ápice donde una fiesta electrónica y conciertos se desarrollaban, fueron abarrotados por adolescentes a bordo de costosas camionetas que conducían con una mano en el volante y otra sosteniendo una botella de cerveza, la euforia juvenil se hizo presente.

La playa municipal se vio copada por otro grupo de jóvenes que optaron por disfrutar de la noche sin pagar entradas y llevando alcohol en varias conservadoras. El planteamiento para este sector era llevar ropa cómoda, zapatillas y ganas de bailar en la calle con la mirada fijada en el lago Ypacaraí. En el sitio tampoco había un solo agente policial.

En toda la velada solo una patrullera se encontraba haciendo intermitentes recorridos por la zona céntrica, lugar que no fue escogido por la juventud para divertirse, y solo sillas y mesas vacías formaban parte de la decoración.

Según uno de los jóvenes que participaba en uno de los encuentros, las fiestas en San Ber son una realidad cada fin de semana de enero, caracterizado por el descontrol y el olvido de los agentes policiales que se hacen notar solo al término de las farras.