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Tras los premios obtenidos por el filme Las herederas, de Marcelo Martinessi, en el Festival de Cine de Berlín y el Festival Internacional de Cine de Cartagena, así como la participación de Paraguay de la mano de Los buscadores, de Maneglia-Schémbori, en la preselección de los Premios Platino, se reavivó el debate sobre la necesidad de la aprobación del proyecto de ley de fomento al audiovisual, conocido como la ley de cine. La propuesta está siendo analizada por comisiones de la Cámara de Diputados. Al respecto, ÚH conversó con el cineasta y productor Osvaldo Ortiz Faiman.
–¿Porqué se demora tanto esta ley de cine?
–El Estado paraguayo en general está hecho y funciona con el modelo del siglo pasado, entonces no encontramos interlocutores válidos que entiendan cómo funciona la industria audiovisual; no conocen la dinámica, y al ser tan compleja no la pueden entender. Entonces vemos que ignoran esta industria, como nosotros ignoramos la industria nuclear. Por ejemplo, el cine, la tevé abierta, la tevé paga, VOD, PPV, Transmedia, son muy diferentes formas de pantalla, las que a su vez se abren en géneros: ficción, documental, etc. Son cada vez más tipos de pantallas y esto cambia todos los días.
–¿Qué deben comprender los que la estudian?
–Hace falta que los diputados, también los senadores, así como los funcionarios públicos, entiendan que el objeto de la ley somos nosotros, los que estamos en el día a día de esta industria, que manejamos de forma actualizada su funcionamiento en el mundo, y que tiene un ente autárquico, especializado y con fondos, que puede hacer que la misma industria crezca en los sentidos económico, social y cultural.
–¿En qué nos beneficiaría la ley de cine?
–La industria genera contenido de forma muy rápida y fuentes de trabajo para muchísimas personas. De hecho, en la actualidad, cada vez se necesitan más trabajadores, el movimiento económico que genera tiene una alta rentabilidad; sobre todo, en inversiones y exportaciones. Promoviendo el cine se desarrollan la cultura, la industria y el turismo. Además, se abre la posibilidad de llevar la imagen del país al mundo y así tener presencia cultural importante.
–¿Qué trabas tiene el audiovisualista a la hora de producir con otros países?
–Tenemos todo tipo de trabas porque nada está instalado. Para poder certificar la nacionalidad de una película o de las empresas productoras –necesario para realizar coproducciones– no tenemos instalado ningún tipo de registro o de procedimiento. De 280.000 funcionarios públicos existentes en la actualidad, no hay uno solo que trabaje 24 horas por la industria del audiovisual y sus miles de necesidades. Estamos haciendo películas que llegan a los lugares más altos, sin embargo, cuando nos preguntan de nuestras políticas, recursos y compromisos en este campo, generalmente, pasamos vergüenza ajena.
–¿Qué oportunidades se generaron con la visibilidad internacional actual?
–Tenemos una buenísima oportunidad generada con todos los premios obtenidos con las películas nacionales. Tenemos la atención e interés del mundo; nos miran porque demostramos hacer mucho con muy poco, y hasta viento en contra. Eso significa que si hacemos esto, el impacto se verá, sentirá, medirá, porque el ente (el instituto de cine que crea la ley) puede ser 100% digital, controlable, auditable, participativo en todos los sentidos. Al ser digital se podrá ver quién hace qué cosa, cómo y cuándo, es decir, totalmente transparente. (Con la normativa) Queremos crear un ente que sobresalga en el país y la región como modelo de transparencia y gestión, así como por nuestras películas bien hechas.
–¿Qué pasos necesitamos para completar la tarea?
–Ahora necesitamos que los diputados hagan las modificaciones que se necesitan para hacerlo bien, y que se promulgue la ley, pero sin que se la convierta en un Frankenstein, una película de terror, en otras palabras.
–¿Cuál fue el proceso seguido para esta normativa?
–Esto es fruto de un proceso llevado adelante en una mesa multisectorial donde participan todas las organizaciones del audiovisual. En el proceso se recogieron datos y experiencias de varios países; es una ventaja enorme tener a disposición la experiencia de ellos, así como la experiencia en carne propia de padecer la ausencia de herramientas llevando adelante proyectos que llegan tan lejos. Es como correr debajo del agua y ahora tener la oportunidad de correr fuera y con la asesoría de grandes corredores; creo que vamos a volar.