La pobreza en nuestro país crece sin pausa aun con el crecimiento económico sostenido que tenemos a nivel macro en el país. Las cifras de la Dirección General de Estadísticas y Censos dicen que la pobreza total aumentó del 26% (2015) al 28% (2016). Aunque estos números no son exactamente comparables, porque en la medición del 2016 hubo cambios en la muestra, las cifras registran 1.949.000 pobres en el total país, de los cuales 387.000 son pobres extremos, cuyos ingresos no les permiten alimentarse todos los días. Son rostros con carencias no solo materiales, sino también sociales, culturales, sicológicas y espirituales.
Nos destacamos también entre los países con más desigualdad. ¿Por qué si crecemos tenemos estas diferencias que claman al cielo? Será porque no se está dando el derrame hacia los más desprotegidos, como nos propuso el papa Francisco: “las teorías del derrame suponen que todo crecimiento económico logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo” (EG).
Los niveles de desempleo también crecieron. Las inversiones para generar empleo no se están dando en la medida del crecimiento demográfico del país.
Esto interpela a la clase política, a los que gobiernan el país, quienes deben implementar políticas sociales que ayuden eficazmente a los más pobres preparándolos para el futuro, administrar honestamente los recursos para compensar las diferencias, eliminar las prácticas de corrupción, respetar estrictamente la Constitución y la institucionalidad democrática que hoy sigue siendo avasallada.
Es también un llamado a los líderes empresarios y profesionales con capital social, económico, cultural. Por las oportunidades recibidas, deben dar más, apostando a crear muchas fuentes de trabajo estables y justamente remuneradas, especialmente, en los sectores más desfavorecidos, integrando a más jóvenes y mujeres al mercado laboral.
Sin duda, estas acciones permitirán superar este estado de límite profundo y desgarrante que es la pobreza sin esperanza.
¿Sería tan complicado para un país que vende alimentos al mundo, tener una población nutrida, sana y fuerte?
Dicen que el chocolate es un alimento poderoso, rico en grasas, libera endorfinas, da mucha energía y bienestar. ¿Sería demasiado pedir que el dinero que se usa para comprar conciencias y votos se destine a un bombón de chocolate para la dieta en las escuelas?