23 abr. 2024

No soy yo, sos vos...

Ramos generales

brigitte colman

Pensá bien antes de responder. ¿Quién tiene la culpa?

Nadie te puso una pistola en la cabeza para que me votes.

En el más grande ejercicio de tu libre albedrío saliste de tu casa un domingo y fuiste a depositar tu voto. Y así, juntando unos cuantos miles de papeletas, yo pude llegar nada más y nada menos que al Congreso Nacional.

El artículo 202 de la Constitución Nacional, ahí donde habla de los “Deberes y atribuciones del Congreso”, enumera lo que debiera ser mi trabajo.

Son 22 puntos y es muy largo para citarlos, pero tengo que velar por la observancia de la Constitución y de las leyes; dictar los códigos y leyes, legislar sobre materia tributaria; sancionar anualmente la ley del Presupuesto General de la Nación y un montón de otras cosas.

Pero no todo es tan simple; también puedo perder mi investidura si, por ejemplo, hago uso indebido de influencias y si es “fehacientemente comprobado”.

Claro que nosotros dos sabemos que acá, donde yo llegué gracias a tu voto, todo es tan relativo, por eso casi nunca pierdo nada, menos mi investidura, aunque me encuentren con las manos en la masa. Ejemplos tenés de sobra.

Puedo hacer prácticamente lo que me dé la gana, y vos no podés hacer nada al respecto. Una vez que me elegiste, te jorobaste; a no ser que seas mi pariente, mi vecino, mi correlí o mi ami.

La Constitución dice que el pueblo ejerce el poder público por medio del sufragio y que el gobierno es llevado adelante por los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

Yo gobierno gracias a tu voto. Teóricamente, vos gobernás a través de mí.

Cualquier plagueo posterior no cuenta, lamento decírtelo.

Me pagás superbién por irme a sesiones una vez a la semana (a veces ni eso), por levantar la mano (a veces ni eso), y ni siquiera tengo la obligación de presentar proyectos. Puedo pasar los cinco años de mi mandato calladito y nadie se enteraría, si no fuera por algunos periodistas.

Me pagás superbién y no creo que haya en este mundo un patrón tan bueno como vos.

Gano cerca de 40 millones de guaraníes, tengo inmunidad y tres meses de vacaciones. Si tengo que viajar, me pagás suculentos viáticos y tengo hasta un equipo de asesores que hace mi trabajo.

Por eso te repito, cada vez que te quieras quejar de mí, pensá bien: No es mi culpa. Vos votaste por mí. O sea, el culpable no soy yo, sino vos...

Firma: Tu diputado/senador/intendente/presidente.