20 abr. 2024

“No se acaba el mundo si recién a los 21 años se reciben de bachilleres”

René González Ramos

Reflexivo.    José Antonio Galeano discute sobre el modelo de educación inicial que desea.

Reflexivo. José Antonio Galeano discute sobre el modelo de educación inicial que desea.

Tras su turbulenta desvinculación como decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica, José Antonio Galeano es uno de los delegados del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNP). Se declara un apasionado de la educación inicial; en su proyecto de tesis doctoral en Ciencias Sociales, plantea que el primer grado se realice recién desde los 8, 9 años de edad, para culminar la Media recién a los 21. En esta entrevista, habla de cambios radicales en el sector luego de los resultados del Sistema Nacional de Evaluación del Proceso Educativo (Snepe). En la evaluación, se vio que menos del 10% de los evaluados llegó al mejor nivel, mientras que más del 50% apenas logró los peores resultados.

–¿En qué consiste su proyecto de tesis?

–Sostengo que desde hace mucho tiempo y es casi un reto para mí mismo, que cuando vaya a realizar mi trabajo de tesis doctoral, quisiera abordar el tema de la reforma de la educación inicial. El ser humano absorbe en la edad de párvulo todo lo que va a ser parte después de su bagaje espiritual. Después de haber hecho alguna especialidad de un proyecto de dirección en un colegio, llegué a la conclusión de que se pueden tener mejores personas a futuro reformando el sistema de educación inicial.

–¿Cómo se puede reformar la educación inicial?

–La idea es muy simple. Es convencer al sistema educativo de que no se acaba el mundo si los bachilleres en lugar de recibirse a los 17, 18 años, se recibieran a los 21 recién. Porque tiene que parar lo que se está haciendo ahora en educación inicial, y decir: “Vamos a separar los palotes para la apreciación numérica y los ejercitarios para la lectoescritura en primer grado.

Y vamos a extender en el tiempo la educación inicial, para enseñar y propiciar la vivencia de valores.

Si tenés mejores personitas cuando llegan a primer grado, vas a tener mejor ciudadanía. Ahora entran con seis ya al primer grado, que lo hagan a los 8, 9 años.

–¿Por qué solo valores, primero?

–A esta altura de mi vida no creo en nada cuando me dicen en lo transversal en la educación, porque la cosa no termina apareciendo nunca. Cuando dicen que la honestidad es transversal a todo el currículum, mienten. Cuando te dicen que la cultura es transversal a toda esta acción política, mienten. Entonces lo que necesitamos es hacer visibles estas cosas. Como hipótesis de investigación estoy viendo que si vos le enseñás a la edad de 3, 4 años a un párvulo, a una párvula lo que está bien de lo que está mal, le inculcás ejercicios de la solidaridad, de la generosidad. Así vas a tener mejores seres humanos a la hora de iniciar después la escolarización más formal.

Otro punto es el autoritarismo, que está demasiado arraigado en el país y contra el cual hay que luchar. En 206 años de independencia, el país estuvo en manos de cinco personas, esto lo tenemos en la raíz y debe cambiarse.

–¿Esto implica un retraso en la escolarización?

–Sí, se habla de comprensión lectora a los 9 años, ¡por Dios! ¿Cuál es el apuro? En un país mayoritariamente joven. Si fuéramos como otros países que no tienen jóvenes, bueno. Pero acá el bono demográfico es descomunal y no lo estamos aprovechando. En un país con un pasado autoritario tan fuerte. Necesitamos construir ciudadanía, primero desde la familia y desde la escuela después. En otros tiempos, teníamos una materia que se llamaba Educación Cívica y Moral, pero hoy termina diluida en un sinnúmero de materias. Hay bachilleratos que tienen 18 materias en su currículum. Encima con un ministerio que realiza tareas que no debería hacer.

–¿Cuáles son las tareas que no debería hacer el MEC?

–Me encantó lo que dijo el ministro el otro día (el ex ministro Enrique Riera). Ojalá dejemos de repartir kits escolares y de construir escuelas. Lógicamente, que haga lo que tiene que hacer un Ministerio de Educación, que es encargarse de la política educativa. Que repartan los kits y construyan escuelas otras entidades estatales. En cualquier país moderno, el papel del MEC es regir la política educativa desde las necesidades y desde la imaginación. ¿Cómo va a estar en paz un ministro o ministerio, si es que tiene que estar dependiendo de que Hacienda desembolse la plata para los kits o meriendas?

–¿Qué piensa de la última reforma?

–Pienso que nadie formula un plan para hacer daño, pero hay un problema adicional adherido al ministerio. No hay un político que hable de salud, seguridad o educación. Pero ¿cómo vamos a lograrlo? Nadie dice nada sobre esto. Se debe hacer un esfuerzo grande por formar a los maestros. No tengo nada que ver con el gobierno de Cartes. Es más, lo aborrezco, pero sí creo que es algo importante lo de Becal y enviar a los profesores al exterior para que vuelvan después a sus escuelas. Otro punto que creo que no es cierto cuando lanzan la frase: “La educación es tarea de todos”. Es un compromiso de toda la comunidad, pero debe estar en manos de la gente que tiene posibilidades de incidir verdaderamente.

–¿A usted le ofrecieron el cargo?

–A mí varias veces me preguntaron si no quiero ser ministro, en otros gobiernos, no en el actual. Siempre dije que no, pero no por una cuestión de que no quiera agarrar (el cargo). Ningún gobierno, de ningún color, nunca tuvo a la educación como una prioridad, porque el sistema actual les es útil y funcional. ¿O acaso en Holanda se compran votos? Entonces, lo que se plantea es que se dé un congreso nacional educativo con todos los actores, para discutir qué educación queremos.

–¿Tomará alguna acción tras su desvinculación de la Católica?

–No. Siempre he dicho y lo sigo haciendo. La Universidad es mi casa desde hace mucho tiempo, no la voy a demandar. Las personas pasan, pero la institución queda. Me jubilé con un gran escándalo que nunca busqué. Yo fui electo por cinco años para un cargo, fui electo por la Conferencia Episcopal. Lo que pasó conmigo es el choque de dos visiones. Una universidad más abierta a la comunidad y otra, una más vertical.

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