Con este histórico acuerdo “queda definitivamente claro que en esta guerra no existen vencedores ni vencidos”, enfatizó el jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), también conocido como Timochenko, desde un inmenso escenario instalado en un remoto paraje del Caguán, sureste de Colombia.
“Si nuestros adversarios quieren pregonar que ganaron la guerra, allá ellos. Para las FARC y nuestro pueblo la mayor satisfacción será siempre haber ganado la paz”, añadió frente a unos 500 rebeldes reunidos bajo un cielo plomizo en las sabanas del Yarí, tradicional bastión de la guerrilla nacida en 1964 de una sublevación campesina.
“Hay todo un pueblo que lleva 52 años a la espera de la paz y que ha batallado por eso (...). Nuestro compromiso indeclinable con ese pueblo debe ser ratificado”, señaló, instando a sus bases a aprobar el acuerdo de paz “para que sea de obligatorio cumplimiento”. “En sus manos se encuentra el destino de Colombia”, concluyó con solemnidad.