25 abr. 2024

No distraerse y ver el camino

Al borde

Una pequeña fabulilla me enseñó que todos quieren estar en la cima de la montaña y lograr sus propósitos en la vida, pero en realidad se olvidan que toda la felicidad y experiencias agradables se suceden mientras se escala hacia ella. En el camino se ven los paisajes de la gente, las intenciones de todos, porque está salpimentado, como dicen los cocineros: “A gusto y paladar”.

A las gotas de lágrimas las secan los vientos de las risas, los amores ingratos se limpian con la nueva mirada de la promesa. Hay que entender que la vida no termina con el primer desánimo y cuando muchos creen ver el final del camino es que desconocen que puede haber otros principios, otros inicios, porque la esperanza es terca semilla.

Cuando se ve a gente apurada por hacer en un día “lo que a Dios le demandó seis”, uno se da cuenta de lo importante que es para ellos el tiempo, que no es diferente a la moneda de oportunidad de vivir que tenemos todos. Hay que esperar que maduren las cosas. Tal vez esa tardanza, cargada de aciertos y errores, sea lo que necesitábamos aprender. Pero lo más importante es que esas experiencias del camino son las que te hace más sabio, para comprender el mundo.

Una pequeña, minúscula fábula me dice todas esas cosas y también me hizo pensar que estoy en la cumbre de mí mismo, no tengo otra montaña para mirar desde lo más arriba que puedo. Si alguien dice que un paisaje es hermoso, tentados estamos de comprobarlo, pero nuestros ojos no son los mismos de quien lo ha visto. Podemos coincidir y creo que eso ya es algo suficiente, pues somos distintos porque todo pesa.

Es que todo tiene que ver con cómo nos criamos, qué educación nos dieron, quiénes nos influyeron y amamos. Está claro que no se puede inventar lo que uno no es. Podemos volar alto en la vida, todo depende de nosotros y fue Leonardo Da Vinci quien articuló este sensato pensamiento: “El pájaro se hace pesado o liviano según su voluntad”. Por tal motivo puede elevarse a grandes alturas y descender hasta la ramas de los árboles. Toda persona se está construyendo día a día, esto permite cambios, distintas formas de apreciar las cosas con el tiempo. De modo que el camino hacia la cima de nuestra vida debe enseñarnos que lo más importante es disfrutar del trayecto, de los diversos paisajes, de la gente que conocimos, de los sentimientos que nos justifican.

Y cuando lleguemos a la cumbre o donde nuestro destino quiera llevarnos, lo más importante que tendremos acumulado, será lo que nos enseñó el camino en el sendero de la vida.