De no ser por el calendario recordatorio que este diario publica cotidianamente en su portada, o por esporádicas noticias que aparecen en los medios de comunicación, gran parte de la sociedad paraguaya ya se hubiera olvidado que hay tres personas compatriotas que permanecen privadas de su libertad en manos de un grupo armado, en la zona Norte del país, y por quienes los organismos del Estado no han podido demostrar ninguna acción concreta que ayude a su liberación.
Ayer se cumplieron dos años del secuestro del productor menonita Abrahán Fehr, quien fue llevado a la fuerza por miembros del grupo armado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), el 8 de agosto de 2015, cuando se encontraba realizando labores agrícolas en la colonia Manitoba, en el Departamento de San Pedro.
Al igual que Abrahán, también están privados de su libertad el policía Edelio Morínigo, quien en la fecha cumple 1.132 días de secuestro, el más largo tiempo en que una persona ha permanecido secuestrada en el Paraguay, y además el ganadero Félix Urbieta, quien cumple 301 días en cautiverio.
Los casos de estos tres compatriotas constituyen un gran desafío, no solamente para el Gobierno y para otros organismos del Estado, sino para la propia sociedad, que no debería llegar a aceptar como algo ya presuntamente normal, cuando sigue siendo un verdadero motivo de escándalo, una situación inadmisible, que un grupo criminal armado pueda secuestrar y retener en su poder durante tanto tiempo a personas, manejando un sector del país como una especie de “territorio liberado”, sin que los organismos de seguridad y los responsables de hacer cumplir la Ley alcancen a impedirlo.
En casos anteriores de personas que fueron secuestradas por este mismo grupo criminal, se llegaron a crear masivas campañas de indignación y movilización ciudadana, exigiendo la libertad de los mismos, constituyendo de esa manera un importante elemento de presión para que el Gobierno y los demás organismos estatales redoblen los esfuerzos.
Lamentablemente, gran parte de esa sensibilidad y capacidad movilizadora de la ciudadanía se ha perdido en los casos de Edelio, Abrahán y Félix, y hasta el propio Gobierno simula olvidarlos. El caso más flagrante fue el del último mensaje brindado por el presidente de la República, Horacio Cartes, ante el Congreso, en julio pasado, cuando ni siquiera mencionó a las tres personas secuestradas, como si no existieran.
Por ello, los ciudadanos no debemos olvidarlos, exigiendo en forma permanente redoblar los esfuerzos para lograr su liberación.