El Auriazul se mostró extremadamente cauteloso. Nunca se decidió a atacar, a pesar de ser el equipo que necesitaba el gol. Se preocupó en demasía en anular las ofensivas del Independiente Santa Fe, que tampoco exhibió demasiados recursos en ataque, dejando la impresión de que era un equipo accesible.
Aun así, a los 23 minutos el Kure Luque tuvo la más clara jugada de gol. Guido Di Vanni guapeó en el área rival y envió un centro que el lateral Marcelo Báez, quien se lanzó en busca del balón casi en la boca del arco rival, remató mordido; el balón se perdió caprichosamente fuera, muy cerca del palo derecho.
Fue la única vez que el zurdo Báez logró proyectarse, prefiriendo esperar en defensa cuando el equipo necesitaba la victoria o al menos neutralizar el 1-1 que sacó el Santa Fe en Luque, en el partido de ida.
En el complemento fue el equipo santafecino el que se volcó al ataque, el más ambicioso; tuvo un tiro libre de Omar Pérez a los 76' que se convirtió en gol, pero que fue anulado correctamente a causa de un claro offside.
Sin embargo, el Auriazul siguió en su molde. Mantuvo sus líneas y careció de la ambición que necesita un equipo con aspiraciones. En el partido más importante de su historia al Kure Luque le faltó convicción y actitud para buscar la clasificación a la primera final continental de su historia.
Quedó claro que al entrenador Eduardo Rivera le faltó audacia para ordenar que el equipo se decidiera al todo por el todo, algo que nunca se dio en los 90 minutos.