Huyen del río que sube día tras día y se refugian desesperadamente sobre la inmundicia de basurales, a riesgo de contraer numerosas enfermedades. Decenas de familias, desplazadas por la crecida, viven en condiciones infrahumanas en los espacios habilitados –a los apurones– como albergues.
Esto es lo que acontece al menos con unos 30 núcleos de damnificados que escaparon del agua en el barrio Banco San Miguel, San Francisco y San Agustín del Bañado Norte.
Como prefieren quedarse cerca de sus hogares ocupan los mismos terrenos que sirvieran de refugios en la pasada inundación. Solo que, estos sitios, son empleados como vertederos clandestinos.
Además de convivir con todo tipo de alimañas, también deben soportar –con cada lluvia– el avance de las aguas negras que, tras emerger de los pozos ciegos, se pasean entre las precarias viviendas.
Justina Díaz, de la Coordinadora de Defensa Comunitaria del Bañado (Codeco), comenta que realizan un censo de los pobladores afectados para la llegada de la comitiva del Ministerio de Salud Pública que se encuentra asistiendo a los inundados, pero en los cuarteles militares.
En los albergues ex Olería y el predio de la abuela Ña Sepí, carecen de energía eléctrica, agua potable y los baños de Disal no dan abasto.
Reclaman que se limpie y se recargue con escombros los sitios que están ocupando de manera provisoria hasta tanto las aguas del río bajen.
“Falta tractor para limpiar el predio para poder instalar las casitas”, relata Justina. El Consejo Municipal de Emergencias y Desastres de Asunción (Comueda) los asiste –dice– con víveres y materiales para las viviendas temporales.
Este sábado se reunirán con Joaquín Roa, titular de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), para negociar sitios alternativos –que no sean los cuarteles– para reubicar a los damnificados que se vayan sumando en los próximos días.