El Gobierno quiere un presupuesto mayoritariamente apoyado en el IVA y como este impuesto no basta acude al endeudamiento y privatizaciones. Todo menos hacer lo que debiera: Impuesto correspondiente a las exportaciones de soja y un impuesto progresivo a la renta personal. En cuanto al agua, somos ricos en agua de superficie y en los acuíferos.
Antes de seguir, deseo hacer una llamada a nuestra ciudadanía. No cuidamos el agua de superficie (arrojamos en ella basuras, restos de curtiembre, nuestros sanatorios dan asco) y dejamos que impunemente fabricantes de refrescos usen y roben agua del acuífero Guaraní.
Ideas claves sobre nuestra agua:
Primero, el agua no es una mercancía, sino un derecho de los seres humanos. Aquello de que “El que quiera agua que la compre” aplicado en una población mayoritariamente empobrecida, va contra los DDHH.
Segundo, estamos amenazados de envenenamiento un millón y medio de personas al poner Cargil su puerto a 500 metros de la toma de agua de Essap.
Tercero, arroyos y ríos por la contaminación se están vaciando de peces.
Cuarto, los medios de comunicación social hablaron de expertos israelíes llegados al Paraguay por el agua. ¿Futuros privatizadores?
Quinto, en la Argentina Macri intenta privatizar el acuífero guaraní, que es un bien colectivo de cuatro naciones.
Sexto, se están deteriorando los servicios de Essap. ¿Espera que así la ciudadanía clame por su privatización?
Séptimo, tenemos el caso de Cochabamba (Bolivia), donde el Gobierno privatizó el agua y el pueblo en una rebelión la recobró. Desde entonces ante la Justicia de los EEUU, Bolivia tiene una deuda creciente por año en dólares por los beneficios que la empresa norteamericana de agua en Cochabamba deja de recibir por año.
Decididamente, el agua en el Paraguay no se privatiza.