Decía una profesora de Filosofía que los olvidos y las distracciones más terribles del ser humano tienen que ver con los relacionados a su naturaleza racional. Nuestra misma esencia está dada por la racionalidad y, aunque las capacidades intelectuales, la moralidad o la virtud deberían crear derechos mayores, lo cierto es que entre los mínimos para cualquiera de nosotros están el derecho a la vida, al trabajo y al disfrute de sus beneficios; y también al poder casarnos y conformar una familia responsablemente. Son tan básicos, pero todos estos derechos fundamentales son violentados a diario. Lo que ha hecho la banda criminal del EPP en todas sus actuaciones violentas y desalmadas, y la indignación que nos provoca, son una muestra extrema de lo que sucede cuando se tocan derechos fundamentales.
Yo me anoto en la lista de los compatriotas que quedamos indignados por los hechos de violencia que nos toca presenciar en este tiempo.
Sé que es más fácil usar un medio de prensa para criticar o dar lecciones de conducta que practicar y enseñar virtudes humanas, las cuales están en la base de la convivencia armoniosa.
Pero ¿qué hacemos, entonces, más allá del plagueo o los gritos de impotencia? ¿Acaso es justo seguir cada quien con lo suyo y dejar que el mundo explote de violencia alrededor?
Sería triste que este pueblo sufrido, que ya ha superado tantas barbaridades en su historia, se rindiera ahora ante el cinismo y la prepotencia del poder que nos rodean.
No, no es justo rendirse. Lo racional, y esto está en nuestra naturaleza y, por ende, a nuestro alcance, es buscar la verdad de las cosas, castigar el crimen con firmeza y fomentar el cuidado de los derechos fundamentales de todos.
La familia, el vecindario, la comunidad son los primeros centros de atención de esta emergencia educativa en pro de restablecer la justa racionalidad entre nosotros. De familias unidas y vecindarios solidarios no salen criminales antisociales y perversos. De comunidades participativas no salen políticos que amparan el crimen.
La tarea del Estado o es subsidiaria o se vuelve ineficaz. Eso significa que hay un antes de su necesaria intervención y este antes es la base de todo. Somos usted y nosotros como seres racionales capaces de implicarnos. O fomentamos entre nosotros la racionalidad que implica responsabilidad personal y respeto por los derechos fundamentales o nos ponemos todos a distancia de tiro de los irracionales de turno.