LOGROS PARCIALES EN ALC. América Latina y el Caribe se han debatido durante siglos por superar el mero crecimiento cuantitativo de la producción, en beneficio de mayor estabilidad y equidad, de forma tal que la población económicamente activa halle empleo y cuente con seguridad social. Este desarrollo socioeconómico ha sido alcanzado solo a medias y algunos países han sido más exitosos que otros. Entre los más exitosos probablemente puedan citarse a Chile, Costa Rica y Uruguay, aquí en orden meramente alfabético. Entre los menos exitosos probablemente a algunos países de América Central y el Caribe, así como a Bolivia y Paraguay.
EL HÁBITAT, EL MÁS CASTIGADO. No obstante, es en términos de desarrollo ambiental que la inmensa mayoría de los países está apenas dando los primeros pasos. La necesidad de la reforestación ha empezado a instalarse en la mentalidad de las autoridades públicas y privadas. Asimismo, el combate de la polución del agua, aire y suelo está empezando a ganar adeptos. Pero las autoridades aún no han logrado poner en práctica proyectos ecológicos en defensa de nuestro hábitat natural. Tal vez la buena nueva del papa Francisco, denominada Alabado seas o Encíclica verde, ayude a abrir las mentes de nuestros líderes y dirigentes en pro de un mayor y mejor equilibrio ambiental.
POBRE DESEMPEÑO EN PARAGUAY. Si lo señalado en los párrafos de arriba acerca de las diversas facetas del desarrollo tiene luces y sombras en todo el subcontinente latinoamericano y caribeño, es fácil imaginarse lo que ocurre en nuestro país. Es conocido ya como el que en los últimos años ha logrado triplicar con su crecimiento económico el aumento poblacional, pero señalándose que es volátil y altamente desigual. Es recurrente leer en los textos técnicos que Paraguay es uno de los más desiguales en el subcontinente más desigual del mundo. Los eslabones más débiles de la sociedad, como los indígenas y los desempleados, se hallan totalmente marginados. La falta de protección social a la mayoría de sus habitantes y la gran inequidad en la distribución de patrimonio e ingresos son indicadores sensibles de que no hemos logrado todavía lo fundamental en términos de desarrollo socioeconómico. Y en lo que hace a equilibrio ecológico, nuestro país es uno de los peor posicionados, igualmente. Hasta ahora no hemos logrado ni siquiera detener la masiva dilapidación de bosques ni una adecuada reforestación para por lo menos compensarla parcialmente. Peor aún, no hemos conseguido ni siquiera una mejor administración dispositiva ni de los desechos químicos de hospitales y fábricas ni de las aguas negras ni de los residuos orgánicos, al punto de que nuestro hábitat natural se ha vuelto literalmente tóxico y pestilente. En estas condiciones, no solamente no estamos transitando la senda del desarrollo sostenible. Tampoco estamos logrando las condiciones favorables para que por lo menos la inmensa mayoría de la población pueda incorporarse a los beneficios del progreso. Desarrollo humano integral en Paraguay de hoy en día es por eso un mero desiderátum.