“Nacido en Bruselas en 1925 fue el mayor de 14 hermanos, y muy joven descubrió su vocación al sacerdocio y su disposición misionera. En 1949 se ordenó sacerdote y luego estudió en Lovaina Ciencias Sociales y Políticas. Activista de la Juventud Obrera Católica encontró en esta organización el método de ver, juzgar y actuar que le acompañó toda la vida”.
En el espléndido libro El alma en la tierra. Memorias de François Houtart, Carlos Tablada resume en dos ideas-fuerza la trayectoria del sacerdote belga que vivía como un latinoamericano: lealtad a su fe y al ideal de justicia social. Con ellas vivió hasta el último momento.
A François la fe cristiana lo orientó en la búsqueda de las causas de la injusticia y del análisis de los mecanismos de apropiación de las riquezas por una minoría. Sus estudios de doctorado y sus experiencias lo condujeron a la utilización del método de análisis marxista.
Reivindicó que no había contradicción entre la adopción del análisis de la sociedad de Marx y su adhesión religiosa.
Guiado también por su experiencia, encontró que la lógica del capitalismo ha llevado a la humanidad y planeta a la destrucción.
“Y este saber reforzó su convicción de que el mensaje al que él fue fiel es trascendental a la emancipación y liberación de los seres humanos. Así, mirando desde abajo, buscando un instrumento adecuado para leer las sociedades con los ojos de los oprimidos, François Houtart, viajero incansable, vivió y murió. Lo vamos a extrañar”.
Y añado: siendo ciudadano del mundo dedicó lo mejor de su vida a vivir y trabajar por América Latina. Muchas gracias.