Los estudiantes denunciaron numerosas irregularidades atribuidas al decano Éver Cabrera, cuya renuncia o salida son la única vía para que se levante la medida de fuerza.
Cabrera rechazó las denuncias en su contra. Según dijo, el descontento obedece a que él no se “somete” a los designios de un sector del alumnado ni de grupos de docentes, quienes pugnan por espacios de poder en el Consejo Directivo.
Tras concederle una nueva chance al decano de la Fiuna, CSU conformó una comisión de seguimiento al plan de acción de Cabrera (ver recuadro).
A las escondidas. Una mayoría del Consejo está de acuerdo con ordenar la intervención en Ingeniería. Pero esa decisión tropieza con la cantidad necesaria para que se disponga la medida. Los consejeros juegan a una especie de escondidas, en virtud de que rechazan votar sobre el total de presentes en cada reunión. Ayer estaban 39 en la sesión extra y se buscaron dos tercios sobre el total de 50 integrantes del CSU.
“Hace varias sesiones estamos discutiendo este tema y pienso que se tiene que dar un corte definitivo a esto. Pero, mientras no se tengan los votos necesarios, eso se vuelve imposible. Esa es la situación real”, afirmó Ricardo Meyer, decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte (FADA). “Lamento esta dilación porque no tiene lógica; si el tiempo fuese a solucionar el problema, ya se hubiera solucionado”, remarcó.
Preocupado. El propio rector de la UNA, Abel Bernal, admitió estar preocupado por la situación de anormalidad en Ingeniería: “Si con esa medida se restaura el andamiento de la vida institucional, para mí era la vía (la intervención), si todo se ha agotado y hoy ya son más de tres meses”, apuntó.
Cabrera pidió seis semanas para destrabar el conflicto. No obstante, deberá informar cada 15 días al pleno del CSU sobre la evolución del plan para devolverle la institucionalidad a la casa de estudios a su cargo.