La larga lista de desafíos económicos, políticos, sociales y hasta judiciales anticipan dos años arduos de Gobierno, donde deberá oxigenar una economía en una de las peores crisis de su historia y atender a las presiones de la heterogénea base de partidos que impulsó su ascenso.
Todo, bajo la negra sombra del escándalo de corrupción en Petrobras. A los 75 años Temer es una pieza permanente del ajedrez del poder brasileño. Pero su popularidad es magra (en torno al 13%) y llegaría al poder de forma accidentada, sin la legitimidad que dan las urnas.
La economía es el mayor desafío y la mayor apuesta: pasar de un modelo de mayor intervención en la economía a uno de sesgo liberal.
Temer representa el poder del establishment en Brasil y el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff encarnaba la idea de cambio.
La corrupción en Petrobras, una confabulación empresarial y política que desvió millones de dólares de la pertrolera, no esquivó al Gobierno interino. En su primer mes de Gobierno interino, Temer perdió 3 ministros por el Petrolao y su nombre fue mencionado en delaciones hechas por acusados que buscan una reducción de sus condenas. Temer negó los señalamientos y no está siendo investigado. Pero el caso fue la bandera de las manifestaciones que sustentaron el impeachment. afp