Miguela Lombardo
mlombardo@uhora.com.py
Junto con una empresa danesa, Gabriela creó un primer prototipo que fue usado en Inglaterra y en otros países de Europa por médicos, que lo utilizaron en sus pacientes, pero nunca se probó fuera del consultorio. Hoy se viene realizando test para niños de la Escuela Cerrito, Chaco, sin un doctor. Para llegar a esto, Gabriela se basó en los inconvenientes que atravesó con un problema de la vista, pues sufre de estrabismo y ambliopía, que, sumados a las ganas de hacer tecnología, la llevaron a buscar una solución para la detección de problemas de la visión. Buscando becas y programas llegó a Italia, donde encontró un programa que priorizaba las áreas de medicina y tecnología, donde estuvo en contacto con ingenieros biomédicos, ingenieros electrónicos que trabajaban con sensores, donde entendió mejor de qué se trata y cómo hacer.
–¿Cuál es tu proyecto?
–Okimo es un sensor que tiene como un imán que se pega a la pantalla de la computadora, con un cable USB 3 se conecta y ahí accedés al software, que tiene dos tests que sirven para saber si un niño tiene problemas de la visión.
–¿En qué momento te convertiste en emprendedora?
–No es algo que descubrí por el camino. Yo quería traer algo nuevo y quería hacer algo con tecnología; quería hacer algo que tenga impacto. Escribiendo para el blog leí un informe de una empresa muy grande en tecnología que estaba viendo las tendencias para los próximos años y uno de los temas era el de los sensores y la telemedicina. En ese informe decía que llegaría un punto en que podrían predecir la enfermedad (la forma en que hoy se hace es en base al síntoma). Y ahí dije: “Eso yo quiero hacer”.
–¿Cómo empezaste con este proyecto?
–El problema ya lo conocía y empecé a estudiar de nuevo, a ver si había cambiado algo desde que yo era chica hasta hoy y me di cuenta de que no. Como el problema sigue existiendo y ahora tenemos la diferencia de que hay tecnología y podemos resolver, me pregunté qué podemos usar. Empecé a investigar cómo podíamos medir el tema del movimiento de los ojos y me encontré que existe un sensor que se llama I Tracker, o seguimiento de la mirada.
–¿Cómo nació Okimo?
–Encontré que una empresa danesa ya hacía estos sensores y eran los primeros que iban a hacer a un precio muy accesible. Entonces fui a Dinamarca y apliqué a una aceleradora de negocios, donde ellos habían participado y empecé a trabajar con ellos. Era la primera vez que alguien se acercaba y les decía: “vamos a hacer telemedicina”, y empecé a trabajar con ellos en el sensor y ahí empezó el tema de Okimo.
–Cómo participaste de la asamblea del BID?
–Dentro de este emprendimiento, el blog y otras cosas que hago con los emprendedores, me tocó trabajar con la Senatics y ellos sabían que estaba haciendo esto. Me comentaron que el evento se haría aquí luego de 60 años, que era una oportunidad interesante y que el BID quería abrir la asamblea con un evento llamado Idear Soluciones y que querían que se presentaran emprendimientos paraguayos.
–¿De qué manera esto impulsó tu proyecto?
–Yo sabía que la asamblea del BID sería una oportunidad para presentar lo que estaba haciendo y poder hablar con autoridades, porque para nosotros es fundamental meter estos tests preventivos dentro de la política de salud pública del país. Para mí era superestratégico estar en este evento, porque estarían autoridades que se encargan de este tipo de políticas públicas, no solo de Paraguay, sino de la región. Cuando me invitaron, acepté.
–¿Con qué obstáculos tropezaste?
–El primer obstáculo fue estar en Paraguay. Ese obstáculo lo pasé yendo a Europa; estando allá fue difícil porque tenía que buscar fondos para subsistir, no estás con tu familia que te puede ayudar, apenas hablás el idioma, pero dentro de todo es un continente que tiene muchos fondos para innovación. El otro obstáculo fue encontrar fondos; este es un proyecto superambicioso desde mi punto de vista técnico y médico, entonces no se puede generar dinero desde el primer día como en otros proyectos.
–¿Qué falta para potenciar a los emprendedores?
–Formación, eso es indudable. Hay metodologías que se usan en el mundo que te allanan el camino y te hacen todo más fácil: conceptos, términos que si uno quiere aplicar, por ejemplo, a una aceleradora en otro país necesita manejar esos términos. Falta también visión global: el paraguayo todavía sigue pensando muy para Paraguay; todas las ideas que vimos son ideas para el mercado de Asunción o a un barrio de Asunción y ese mercado es pequeñísimo. ¡Hay que salir!
–¿Cómo ves al país en diez años en emprendedurismo e innovación?
–No puedo pecar y decir que lo veo avanzando, porque esto que está pasando hoy en el país es malo. Es malo para los negocios, ya lo dijeron los gremios y organizaciones de empresarios industriales, y yo, desde el punto de vista del emprendedor tecnológico, con más razón afirmo: es malo. Para mí es difícil responder; no sé dónde vamos a estar de aquí a diez años; el avance que se pueda dar en diez años está condicionado por cómo podamos resolver esta crisis política y cómo podamos decir “aprovechemos la crisis y que nunca vuelva a pasar”.
–¿Cuál es tu ideal?
–Quiero hacer cosas diferentes, me gusta el desafío y el riesgo de hacer algo nuevo, porque me encanta la innovación y me encanta dentro de la innovación hacer cosas que puedan generar un impacto, que cambien cosas. Soy feliz haciendo esto; estoy en un país donde hay poca inversión en investigación, en innovación, todavía no entendemos muy bien, pero mi filosofía de vida pasa por ahí: por generar cambios que tengan impacto.