En tan solo quince días, tres menores fueron causantes de accidentes fatales en diferentes rutas del país, enlutando a varias familias, y pese a ser hechos aislados, no dejan de ser una preocupación para la Patrulla Caminera.
El último suceso se registró en la noche del sábado en la compañía Zárate Isla, de Luque, donde murió Lucas Ezequiel Nardelli, de 17 años, quien en el momento del hecho iba como acompañante de R.F.L.G., también de 17 años, conductor del automóvil accidentado, un Toyota Corolla.
Como en los otros casos, el menor que estaba al mando del automóvil aparentemente se encontraba bajo los efectos del alcohol.
Según el jefe de la Comisaría 3ª de Luque, comisario principal Víctor Vera, el joven estaba circulando a gran velocidad y en un momento dado perdió el control de su rodado y terminó chocando contra una columna del tendido eléctrico de la ANDE. El acompañante habría sido despedido del habitáculo y falleció a causa de lesiones graves, principalmente en la cabeza.
Apenas horas antes, otro accidente había ocurrido en el kilómetro 48 de la ruta 2 Mariscal Estigarribia, en la zona de Kurusu Peregrino, en la madrugada del sábado. Allí perdió la vida la joven de 17 años de nombre Luciana Elizabeth Raidán, quien también salió despedida cuando volcó el vehículo –una camioneta Toyota Hilux, color blanco, con chapa FAO 159–; era guiada por otro menor de 17 años, de iniciales R.A.G.
Este hecho fue singular, ya que, según testigos, los ocupantes de otro vehículo se trenzaron a duelo con los de la camioneta, quienes se llevaron la peor parte.
El anterior caso se había registrado en plena Nochebuena, en el kilómetro 28 de la ruta 3 Elizardo Aquino, zona de Villa Madrid, Limpio, cuando un menor de 16 años, de nombre Sebastián Sarabia Burgos, que conducía un automóvil Subaru, chapa BZS 554, mató a una familia que iba en un camión utilitario. Allí murieron Mario Asunción Garcete Valiente (39), conductor del camión; Andrea Soledad Gaona (36), esposa de este último, y una bebé de pocos meses de edad, hija de ambos.
A juzgar por el velocímetro, que quedó en 160 km/h, el automóvil estaba circulando a gran velocidad y aparentemente el joven –que también murió después– se hallaba bajo los efectos del alcohol.
Como estos casos, existen otros menores que mueren conduciendo motocicletas.