El amor ha inventado numerosas formas para tratarla y honrarla. La Iglesia ha fomentado y bendecido constantemente esta devoción a Santa María como camino seguro para llegar hasta el Señor, “porque María es siempre camino que conduce a Cristo. Todo encuentro con Ella no puede menos que terminar en un encuentro con Cristo mismo. ¿Y qué otra cosa significa el continuo recurso a María, sino buscar entre sus brazos, en Ella, por Ella y con Ella a Cristo, Nuestro Salvador, a quien los hombres –en los desalientos y peligros de aquí abajo– tienen el deber y experimentan la necesidad de dirigirse como a puerto de salvación y fuente transcendente de la vida?”.
El papa Francisco a propósito del evangelio de hoy dijo: “[...] Bajo la acción del Espíritu Santo, todo es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía.
En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo. Un padre de la Iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: El Espíritu Santo “ipse harmonia est”. Solo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. [...]
Si nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad y la diversidad nunca provocan conflicto, porque Él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia.
[...] Así, pues, preguntémonos: ¿Estoy abierto a la armonía del Espíritu Santo, superando todo exclusivismo? ¿Me dejo guiar por Él viviendo en la Iglesia y con la Iglesia?
El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo, y nos salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto; nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo…”.
(Del libro Hablar con Dios y https://www.pildorasdefe.net/).