18 abr. 2024

Mario y los dilemas de la izquierda

Antes del séptimo día

Alfredo Boccia Paz

Alfredo Boccia Paz

Es muy probable que Arnaldo Samaniego gane sus internas y solo una amplia coalición opositora impida que sea reelecto intendente de Asunción. Su gestión ha sido deplorable, pero el apoyo de la estructura partidaria y de Horacio Cartes basta para que la ANR quede al frente del gobierno capitalino por cuarta vez consecutiva. Sería un gran respaldo a la errática gestión presidencial.

El candidato de la oposición no solo deberá seducir a un significativo electorado independiente, sino que tiene que surgir de compulsas electorales internas con gran participación popular.

Los pactos de cúpulas políticas han demostrado ser insuficientes.

Sucede que en la oposición los candidatos se fueron agrupando en dos concertaciones distintas. En una de ellas están Carlos Galarza (Frente Guasu), Ricardo Meyer (independiente) e Ignacio Martínez (Patria Querida). En la otra disputarán la candidatura con padrón abierto Mario Ferreiro y los precandidatos liberales, Fernando Pfannl y Alfredo Jaeggli. Aparte del PLRA, conforman este grupo el PMAS, el PDP, el PRF, el PEN y varios otros movimientos más pequeños.

Parece claro que la figura con más posibilidades de romper la hegemonía colorada es Mario Ferreiro. Una encuesta demuestra que, sin hacer campaña, está en un empate técnico con Samaniego.

Lo curioso es que los ataques más virulentos contra él no provinieron de colorados sino de la izquierda. Lo acusan de: a) ser el candidato de Horacio Cartes; b) de haberse lanzado para dividir los votos opositores, y c) de aliarse al llanismo.

El primer argumento no tiene ni pies ni cabeza, pues no se entiende por qué a Cartes le beneficiaría la derrota de Samaniego. El segundo también es inconsistente, pues hasta ahora no existe una oposición unida. Y el tercero merece una breve reflexión, pues está incrustado en todas las encrucijadas políticas que afronta y afrontará la izquierda desde el golpe parlamentario del 2012.

El ominoso fantasma de la traición de sus aliados, que llevó al juicio político a Lugo, reaparece cada vez que es necesario negociar con esos partidos. Mantenerse en una absoluta pureza principista es poco compatible con la realidad política que exige acuerdos y pactos cotidianos. Quienes están en el Parlamento lo comprueban diariamente. La construcción de poder requiere una pizca de pragmatismo.

Por otro lado, no suena muy coherente condenar por golpista al PLRA, que integra el polo de Ferreiro, pero perdonar a Patria Querida, que integra la Plataforma Ciudadana.

Asunción no se merece cinco años más de Arnaldo Samaniego. La oposición tiene que hacer el esfuerzo supremo de elegir por la vía de la participación popular un candidato capaz de vencerlo. Mantener dos concertaciones separadas es un camino imposible que solo llevará a la victoria del sectarismo.