24 abr. 2024

Marchas campesinas: El grito de la tierra cumple 22 años

Desde 1994, cuando desafiaron al Gobierno de Wasmosy, los campesinos siguen llegando masivamente a la capital, siempre en marzo. Esta es la historia de las 22 marchas agrarias realizadas hasta ahora.

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La marcha campesina en la década del 90, cuando había otras organizaciones además de la FNC.

Por Andrés Colmán Gutiérrez | Twiter: @andrescolman

“Los campesinos también existen”, decía un gran titular a seis columnas en la portada del diario Última Hora, en su edición vespertina del martes 15 de marzo de 1994, junto a una gran foto que ocupaba casi toda la página. La imagen mostraba una larga y compacta columna de labriegos, que avanzaba con banderas y carteles por una de las vías de la avenida Eusebio Ayala, rumbo al microcentro de Asunción.

Era el inicio de una tradición anual, que llegaba para quedarse como un signo político y social, siempre en el mes de marzo.

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Hacía apenas cinco años que había caído la larga dictadura stronista. Se estrenaba en el Gobierno el primer presidente civil democráticamente electo, el empresario Juan Carlos Wasmosy y, tras una ardua y combativa labor organizativa, las organizaciones campesinas se animaron a realizar su primera gran marcha desde el campo hasta la ciudad, reclamando una visibilidad que durante largas décadas se les había negado.

“Con la gran marcha, el país no terminó hoy en Calle Última”, decía otro subtítulo en la portada, marcando el clima de aquella movilización.

La crónica de los periodistas de ÚH resaltaba que el Gobierno de Wasmosy había intentado impedir la marcha, poniendo varios obstáculos al paso de los camiones que trasladaban a los labriegos, desde barreras de la Policía Nacional y la Policía Caminera, hasta la utilización de los llamados clavos “miguelitos” para reventar los neumáticos de los vehículos e impedir el paso.

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Los informes periodísticos estimaron que unos 15.000 campesinos lograron llegar hasta Asunción y marchar por las calles céntricas hasta las plazas del Congreso. La nota resaltante era la solidaridad que la marcha iba despertando a su paso.

“Histórica muestra de los postergados del campo obtuvo adhesión mayoritaria de la ciudadanía”, decía el título de otro reportaje.

La historia de las muchas marchas...

La primera marcha del 15 de marzo de 1994, durante el Gobierno de Juan Carlos Wasmosy, fue convocada por la Coordinadora Interdepartamental de Organizaciones Campesinas (CIOC), una sigla que se creó para intentar aglutinar a los distintos grupos y movimientos rurales que habían sobrevivido a la caída de la dictadura y se estaban reorganizando.

Entre los movimientos sociales del Paraguay, las organizaciones campesinas fueron las que mantuvieron mayor poder de organización, movilización y resistencia, aun en los momentos de mayor represión desde el régimen dictatorial del general Alfredo Stroessner.

“Tras la persecución a las Ligas Agrarias y otras organizaciones, durante la dictadura, un sector importante se mantuvo en la Coordinación Nacional de Productores Agrícolas (CONAPA), hasta que en 1991 fundamos la Federación Nacional Campesina y ya surgió la idea de organizar una gran marcha hasta Asunción, para hacer escuchar nuestra voz y nuestros reclamos”, relata Marcial Gómez, secretario general adjunto de la FNC.

Aquella primera marcha, de la que participaron otras organizaciones nacionales y regionales, tuvo tanto impacto en los medios de comunicación y en la sociedad, que sus organizadores decidieron repetirla al año siguiente.

Fruto de aquella primera experiencia exitosa, nació una nucleación más permanente, la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (MCNOC), que se encargó de organizar las siguientes marchas, hasta 1998, cuando hubo una crisis y una división.

La presencia campesina en el Marzo Paraguayo

La emergencia del oviedismo, con la elección de Raúl Cubas como presidente en 1998, pero con el general Lino Oviedo manejando los hilos del poder, despertó un gran debate entre las organizaciones campesinas.

“Para nosotros, el Gobierno de Oviedo significaba claramente la asunción del fascismo y del autoritarismo, que atentaba contra las organizaciones populares y las libertades públicas. En el 98 hicimos una plenaria y decidimos tener una postura clara contra el fascismo, salir a combatirlo con movilizaciones, con cierres de calles y rutas”, relata Marcial Gómez.

Esta postura no fue compartida por otras organizaciones campesinas, que finalmente decidieron no apoyar a la quinta marcha campesina en marzo de 1999 y se produjo la primera ruptura.

La MCNOC se abrió de la organización y la marcha fue convocada por la FNC, pero a nombre de una Comisión de Reforma Agraria.

Fue la más crítica de todas las marchas, ya que el día 23 de marzo, cuando estaban por salir caminando desde el ex Seminario Metropolitano, se produjo el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, y los campesinos finalmente se unieron a la llamada gesta ciudadana del Marzo Paraguayo, resistiendo durante varios días en las plazas del Congreso. Su participación fue decisiva para forzar la renuncia del presidente Cubas y la huida de Oviedo.

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“Nosotros solo cumplimos con la posición que habíamos asumido. En esa ocasión logramos además que el Congreso apruebe una ley, decretando la condonación de las deudas de los pequeños productores ante la banca pública”, recuerda Marcial.

Entre los “mártires del Marzo Paraguayo” falleció asesinado un miembro de la FNC, Cristóbal Espínola, alcanzado por las balas de los francotiradores. El asentamiento al que pertenecía, en Alto Paraná, actualmente lleva el nombre del joven campesino mártir.

En su homenaje, en esa 20ª marcha campesina, muchos participantes portarán los mismos simbólicos garrotes de madera que portaban en aquella gesta de 1999 y que, según los organizadores, “ayudaron a defender a la democracia ante el avance del fascismo”.

Los logros que se obtuvieron en 22 marchas

¿Qué han podido conseguir en estos veinte años de llenar las calles y las plazas asuncenas con la multitudinaria presencia campesina?

“Hubo logros concretos, como la condonación de deudas de los pequeños productores, la paralización de un plan de privatización de empresas públicas, la derrota del proyecto político fascista en el Marzo Paraguayo, pero por sobre todo, pudimos instalar debates con nuestras críticas a un sistema socioeconómico que excluye a los pobres y nuestras propuestas sobre el modelo de sociedad que queremos impulsar”, asegura Marcial.

La marcha número 22, que se inició el miércoles con la llegada de miles de campesinos de todo el país y una serie de eventos en el ex Seminario Metropolitano, y prosigue este jueves con la masiva caminata hasta las plazas del Congreso Nacional, tiene como lema: “Chokokue oku´e tetã pyahu rekávo” (El campesinado se mueve por una patria nueva)”.

“Comparativamente con las anteriores marchas campesinas, esta XXII Marcha del Campesinado Pobre trae el pensamiento político que tenemos desde el campesinado para transformar política y económicamente la situación que vivimos en nuestro país”, dice Marcial Gómez.

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“Marchamos en busca de un nuevo país, donde haya reforma agraria, donde haya salud, donde haya educación, donde haya desarrollo de la producción agrícola en manos de los pequeños y medianos productores, donde haya desarrollo industrial, que es la única vía para el desarrollo nacional. Y sobre todas las cosas, marchamos para que haya una verdadera democracia. Para la FNC, democracia significa que el pueblo participa en la distribución de la riqueza. Evidentemente, así vamos a volver a vivir con dignidad y con felicidad en nuestro país”, destaca el dirigente.

La realización de esta marcha sorprende a la FNC en uno de sus momentos de mayor crecimiento organizativo y a la vez fortalecido por una organización política que nació de este proceso, el Partido Paraguay Pyahurã, que hace algunas semanas realizó su propia marcha campesina, aunque con reivindicaciones y banderas diferentes.

La postura ante el actual Gobierno

La vigésimo segunda marcha campesina es abiertamente crítica a la política agraria y económica del Gobierno de Horacio Cartes, al que la FNC responsabiliza de haber profundizado el modelo de producción agroexportador, basado en el latifundio, lo que consideran una traba primordial para cualquier planteo de desarrollo nacional.

“A consecuencia de eso, cada vez más el Estado abandona a la pequeña producción, las comunidades y asentamientos, desprotegiendo cada vez más los rubros agrícolas de consumo nacional que son alimentos para nuestro país. Incluso cada vez más va disminuyendo la producción de alimentos en nuestro país por la expansión de la soja. En la tenencia de la tierra no hay avances sino más bien retrocesos, porque, con la expulsión campesina y el modelo de producción agroexportador se va profundizando el latifundio en nuestro país”, destaca Marcial Gómez.

Han llegado otra vez, con sus rostros curtidos por el sol y las penurias, zapatos gastados o pies desnudos sobre el asfalto negro. Han llegado con sus banderas descoloridas, sus toscas pancartas de tela y sus consignas en guaraní.

“Tan tierra son los hombres de mi tierra...”, escribió acerca de ellos el gran novelista Augusto Roa Bastos.

Han llegado otra vez, como en aquella primera movilización de 1994, desde cuya fecha repiten el ritual todos los años, en cada marzo húmedo y otoñal.

¿Qué resultados habrán de obtener en esta ocasión...?

Mientras se aguardan las respuestas, los gritos campesinos nuevamente resuenan en las calles de la ciudad...

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