“No podemos presentarle este espectáculo a la sociedad”, declaró hastiado con esa práctica el presidente del Senado, Renán Calheiros, que comparó a esa Cámara legislativa con un manicomio y se enzarzó en una agria discusión con parlamentarios leales a la mandataria, suspendida de sus funciones desde mayo.
En la audiencia de ayer, la segunda de la fase final del proceso, el Senado se proponía escuchar a los seis testigos de la defensa, tras haber hecho lo propio este jueves con los dos de la acusación.
Sin embargo, senadores del Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff, atrasaron la comparecencia de los testigos más de cuatro horas mediante la formulación de numerosas cuestiones previas que elevaron los decibelios del debate.
Como en la jornada anterior, menudearon los descalificativos y los insultos y la senadora Gleisi Hoffmann, del PT, llegó a afirmar que el Senado no tiene ninguna moral para juzgar a la mandataria. Eso provocó otra dura réplica de Calheiros, quien consideró esa declaración como “el colmo” y recordó que tanto Hoffmann como su marido y ex ministro Paulo Bernardo Silva son sospechosos de haber participado en asuntos de corrupción que juzgan los tribunales.
En medio de conatos de agresión entre senadores, el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, quien dirige las sesiones como garante constitucional del proceso, intentó poner orden y decidió suspender la sesión durante casi una hora y media.
Ese intervalo permitió un cabildeo entre detractores y defensores de Rousseff, que decidieron recuperar la compostura y escuchar a los testigos, aunque se acordó que los dos últimos comparecerán hoy sábado. efe