Alrededor de las 21.00 del lunes, con la hija en brazos, fue hasta el hospital de Calle’i, en San Lorenzo, cerca de donde reside. Allí le dijeron los médicos que no podrían inspeccionar a la niña y le sugirieron que vaya hasta el Hospital Rigoberto Caballero en Asunción, donde tampoco fue atendida.
El calvario seguía cuando ya eran altas horas de la noche del lunes. “Luego del Rigoberto Caballero, nos mandaron a la clínica forense de la Fiscalía, que ya estaba cerrada. Ya en la madrugada y después de que llegó la prensa, nos atendieron, pero nos volvieron a decir que teníamos que ir primero a hacer la denuncia en una comisaría”, relató la mujer que aún conservaba rastros de impotencia en la voz por lo sucedido.
Una vez más, tuvieron que movilizarse, esta vez hasta la Comisaría 7ª metropolitana, donde formularon la denuncia y volvieron a la clínica para realizar los estudios.
Finalmente, luego de la inspección, se determinó que la niña no sufrió ninguna lesión que determine que haya sido abusada. “Gracias a Dios, los estudios salieron bien y nos dijeron que el sangrado fue porque mi hija se estaba rascando. Por suerte, ya estamos más tranquilas. Igual, todo lo que tuvimos que pasar fue muy angustiante”, expresó la mujer todavía afectada.
Taxista providencial. La mamá se presenta como una mujer de escasos recursos, que vive junto a sus dos hermanos, en Calle’i.
Como parte de las peripecias vividas, contó que un taxista, de quien solo sabe el nombre (Nelson) fue quien la ayudó para poder realizar el recorrido durante varias horas para salirse de la duda que la desesperaba. El taxista accedió a transportar a la mujer sin cobrarle nada, al escuchar el pedido de esta, que le manifestó que no tenía dinero para pagarle.