23 abr. 2024

Madre de Misericordia

Hoy meditamos el Evangelio según San Lucas 10, 1-9.

Enseña San Agustín que la misericordia nace del corazón y se apiada de la miseria ajena, corporal o espiritual, de tal manera que le duele y entristece como si fuera propia, llevando a poner –si es posible– los remedios oportunos para intentar sanarla.

La Virgen es auxilio de los cristianos, porque se favorece principalmente a quienes se ama, y nadie amó más a quienes formamos parte de la familia de su hijo. En ella encontramos todas las gracias para vencer en las tentaciones, en el apostolado, en el trabajo...

En el Rosario encontramos un “arma poderosa” para superar tantos obstáculos con los que nos vamos a encontrar. Muchos son los cristianos en el mundo que, siguiendo la enseñanza ininterrumpida de los Romanos Pontífices, han introducido en su vida de piedad la costumbre de rezarlo a diario: En sus familias, en las iglesias, por la calle o en los medios de transporte.

“En mí se encuentra toda gracia de doctrina y de verdad, toda esperanza de vida y de virtud (Eclo 24, 25). ¡Con cuánta sabiduría la Iglesia ha puesto esas palabras en boca de nuestra madre, para que los cristianos no las olvidemos! Ella es la seguridad, el amor que nunca abandona, el refugio constantemente abierto, la mano que acaricia y consuela siempre”.

El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo: “Estos setenta y dos discípulos, que Jesús envía delante de él, ¿quiénes son? ¿A quién representan? Si los Doce son los Apóstoles, y por lo tanto representan también a los obispos, sus sucesores, estos setenta y dos pueden representar a los demás ministros ordenados, presbíteros y diáconos; pero en sentido más amplio podemos pensar en los demás ministerios en la Iglesia, en los catequistas, los fieles laicos que se comprometen en las misiones parroquiales, en quien trabaja con los enfermos, con las diversas formas de necesidad y de marginación; pero siempre como misioneros del Evangelio, con la urgencia del Reino que está cerca.

Todos deben ser misioneros, todos pueden escuchar la llamada de Jesús y seguir adelante y anunciar el Reino”.

(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal)