El Partido de los Trabajadores (PT) encara las elecciones como una prueba de fuego después de la destitución de la ahora expresidenta Dilma Rousseff, ocurrida hace un mes, y de los escándalos de corrupción que han sentado en el banquillo a varios de sus dirigentes, entre ellos al propio Lula.
Lula acompañó a Haddad en una caravana por el centro de Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, llamada la “caminata de la remontada”, una clara alusión a las encuestas adversas que predicen que Haddad ni siquiera logrará pasar a la segunda vuelta en los comicios y podría ser superado hasta por tres rivales.
En el acto, Lula y el candidato a la reelección estuvieron arropados por centenares de correligionarios, que corearon cánticos de apoyo al exmandatario y que buscaron darle la mano o fotografiarse junto al fundador del mayor partido de izquierdas de Brasil, que acaba de regresar a la oposición después de trece años en el poder.
El exmandatario no habló, pues según las leyes electorales a falta de dos días para los comicios los candidatos ya no pueden pronunciar discursos, aunque sí está permitido que hasta el sábado, en la víspera de la votación, recorran las calles y se encuentren con la militancia.
En Sao Paulo las encuestas más recientes sitúan como favoritos a João Doria, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y a Celso Russomano, un expresentador de televisión afiliado al Partido Republicano Brasileño (PRB), una fuerza de centroderecha con estrechos vínculos con iglesias evangélicas.
No obstante, la disputa promete ser muy reñida y, con toda probabilidad, se tendrá que celebrar una segunda vuelta el próximo día 30 a la que concurrirán los dos candidatos más votados, en las grandes ciudades donde nadie supere el umbral del 50 % de los votos.
En Río de Janeiro, donde también se prevé una segunda vuelta, el favorito en las encuestas es el obispo evangélico y senador Marcelo Crivella, del PRB, seguido de lejos por un puñado de candidatos, entre ellos Pedro Paulo Carvalho, que está en segundo puesto y es correligionario del presidente Michel Temer en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
Temer se ha mantenido al margen de la campaña electoral, no ha participado en ningún acto de campaña ni ha apoyado abiertamente ni si quiera a los candidatos de su partido, pero sí ha lanzado mensajes de cuño político para socavar al PT.
En un seminario económico en Sao Paulo, Temer hoy se lavó las manos sobre la delicada situación económica que vive el país y dijo que no fue su “culpa” el haber alcanzado 12 millones de desempleados, con lo que responsabilizó de forma velada al ejecutivo encabezado por Rousseff y en el que él era vicepresidente.
En total, 5.568 municipios de todo el país celebran comicios, en los que se votarán a los alcaldes y a los concejales, que componen los órganos legislativos municipales, para los próximos cuatro años.
Las únicas excepciones son la capital, Brasilia, que por su condición de distrito federal no tiene alcalde sino gobernador, y la isla de Fernando de Noronha, que depende de la ciudad de Recife.
Las elecciones han estado empañadas por la violencia política, con numerosos atentados cometidos contra candidatos en todo el país.
Según cifras del Tribunal Superior Electoral, se han registrado al menos 21 asesinatos de candidatos a alcalde o concejal desde el comienzo del año.
Por ello, el Gobierno decidió hoy reforzar la seguridad, con lo que ha movilizado un contingente de 25.000 militares que protegerán las mesas electorales en 420 municipios el día de la votación y también ayudarán en tareas logísticas en 102 localidades remotas.