Fátima era una pequeña aldea rural, pobre y católica donde residían centenares de aldeanos. Hoy es una localidad de casi 12.000 habitantes que vive por y para un santuario que ocupa 72.000 metros cuadrados y que cada año se vende al mundo a través de los millones de peregrinos que recibe. El papa Pío XI autorizaba al obispo de la diócesis de Leiria declarar “creíbles” las apariciones y que se podía rendir culto a la Virgen y se concedían indulgencias a quienes visitasen el santuario. Fue Pío XII quien estuvo muchas veces en contacto con sor Lucía, la única de los 3 pequeños pastores que sobrevivió, y que se hizo monja con 14 años. Pío XII desveló los 2 secretos escritos por sor Lucía en los que se anunciaba la muerte prematura de sus primos Jacinta y Francisco, de 10 y 9 años, y el final de la Primera Guerra Mundial y el inicio de la Segunda. El 13 de mayo de 1967, en el 50 aniversario de la primera aparición, Pablo VI efectuó el primer peregrinaje de un papa al santuario de Fátima. Pero fue otro 13 de mayo cuando la historia de los pontificados se vinculó indisolublemente a Fátima. En 1981, el papa Juan Pablo II sufrió el atentado en la Plaza de San Pedro. Un año después del atentado, el 13 de mayo de 1982, Juan Pablo II viajó por primera vez a Fátima para agradecer a la Virgen su intervención. Fue en su viaje en el año 2000, siempre el 12 y 13 de mayo, cuando regresó al santuario para presidir la beatificación de los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto cuando anunció la publicación del tercer secreto. Sor Lucía en sus escritos hablaba de un obispo vestido de blanco, que moría tras ser disparado al igual que otros sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones.