El pueblo paraguayo, a través del pago de sus impuestos, es el que mantiene a los partidos políticos. El Código Electoral establece que el Ministerio de Hacienda tiene que entregarles anualmente dinero en concepto de aportes. Además, dispone el desembolso de fondos en concepto de subsidio por actividades electorales.
Si los que reciben el dinero obraran con un justo sentido de reciprocidad, tendrían que emplear un significativo porcentaje de sus asignaciones en formar dirigentes que, con su servicio eficaz a través de los diversos cargos y funciones –electivos o no–, devolvieran a la ciudadanía lo que aportó para ellos.
Lamentablemente los partidos políticos se han convertido en aparatos de mantenimiento de un nefasto sistema clientelista, a través del tráfico de prebendas en el Estado y han olvidado su función esencial en la sociedad: proveer de líderes que sean capaces de gestionar con idoneidad, honestidad y coraje el bienestar ciudadano.
Producto de esa irresponsabilidad es que mañana en la mayor parte del país solo se va a votar, no se va a elegir, ya que esto último implica el cotejo de las cualidades de los candidatos, sus propuestos y su solvencia ética para decidirse por el mejor.
En el panorama de los 250 municipios de la República –salvo honrosas excepciones que apenas sirven para confirmar la regla– se observa a políticos que quieren seguir en sus cargos o que aspiran a acceder a ellos, pero no a líderes sociales dispuestos a empeñarse para que sus comunidades alcancen una calidad de vida proveniente de su gestión.
Casi todos los que están en carrera solo quieren seguir el “ejemplo” de sus predecesores o de ellos mismos –en el caso de los que aspiran a la reelección o a la re-reelección–, lo cual significa apoderarse de recursos públicos como los que provienen de los royalties de Itaipú o del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) para su propio beneficio.
En la mayoría de los municipios, las campañas proselitistas se han basado en los colores partidarios, no en el planteamiento de soluciones a problemas perfectamente identificados. Los intendentables y los que desean ser parte de las concejalías municipales –en general– poco o nada han hablado del transporte público, calles y avenidas, puentes, recolección de basura, recreación, uso del dinero público, clínicas de salud u otros aspectos que atañen a la vida municipal.
Los políticos carentes de preparación e interés por los problemas ciudadanos para resolverlos son fruto de los partidos políticos que no los han formado con el dinero del aporte de contribuyentes.
Ante esta realidad, el electorado debe ir madurando para sancionar en las urnas a los que reciben dinero, pero nada hacen para entregar a la sociedad políticos que trabajen con eficacia por su mayor bienestar.