Mientras se investigaba cuál podría haber sido el sitio donde, supuestamente, había terminado el vuelo fatídico de avión de Malasia con 239 pasajeros. Desde que se reportó la desaparición del Boeing 777 a la par de crearse uno de los misterios más sorprendentes de la historia de la aviación, se llegó primeramente, y tras el intenso rastrillaje, a la conclusión de que los océanos del mundo están contaminados.
Los satélites y radares de los barcos detectaron trozos de metales que fueron investigados por si eran restos del avión desaparecido. Eran trozos de basura y llegaron a la conclusión que todo el océano está repleto de ella.
Siempre nos ha parecido que los océanos eran los sitios que todavía los seres humanos no hemos echado a perder. Pero tendremos que cambiar de opinión en base a este informe que leo en el diario digital BBC de Londres. En donde se afirma que esas imágenes difusas han mostrado cientos de objetos que se han visualizado no son restos del avión, sino desperdicios de todo tipo. Ni hablar de los desechos químicos que impunemente se arroja al mar, los accidentes petrolíferos y los esechos radioactivos.
Cuando se han acercado las embarcaciones de rescate, se descubrieron restos de barcos, muchos desechos de contenedores, hasta bolsas de plástico y otros objetos flotantes que en medio del océano forman los que los expertos llaman “manchas” o “islas de basura marina”.
Las grandes fábricas, cuando no saben qué hacer con los desechos, los arrojan al mar, mismo que los aparatos informáticos que han caído en desuso. Aunque hay convenios y leyes entre países, esos pactos o leyes son constantemente violados.
Un mar cubierto de chatarra es lo que tenemos y la depredación humana continúa en un lugar cuyas profundidades no permiten control alguno. Es fácil deducir que la falla en la naturaleza es causa del ser humano, contaminamos todo pensando infantilmente que no habrá consecuencias posteriores. Todo el daño que provocamos al sistema ecológico, nos vuelve con el mismo efecto de boomerang. Somos nosotros los principales afectados.
Y el resultado es el mismo que estamos viendo en todas partes del planeta, sin hacer nada y donde lo más precario a nuestro alcance, es rezar.