Pasar la barrera de los 90 años de edad e incluso acercarse o llegar a los 100 vitales y enérgicos, es uno de los mayores deseos de la población paraguaya, que a diario se conmueve con imágenes de ancianos abandonados o enfermos.
Sin embargo, algunos adultos mayores de Argentina, según refleja la nota del diario Clarín, demostraron que no siempre se llega a la tercera edad para sobrevivir o esperar la muerte de la mejor manera. Se trata de disfrutar de los años a partir de la jubilación.
“Ya tengo 10 materias aprobadas pero nunca estudié con la intención de recibirme sino para ocupar el tiempo. Hace 15 años quedé viuda y la soledad, a ciertas horas, se hace pesada”, comentó Elda Pavetti (91), estudiante de la carrera de Derecho.
Vive en Santa Fé y decidió seguir la carrera cuando tenía 83 años. Pero hace tres años, Elda tuvo cáncer de colon y los médicos le recomendaron que deje de estudiar por temor a que la presión de rendir exámenes le jugara en contra.
Lo que los médicos no tuvieron en cuenta es la tenacidad con la que Elda enfrentaría su enfermedad y que esto no se convertiría en una barrera para que ella siga aprendiendo.
“Me operé, me hice quimio y volví. Ahora estudio 4 o 5 horas por día. Lo gracioso es que ahora estoy estudiando casi a escondidas de mi hija. Los demás creen que la presión me hace mal pero al contrario: esos desafíos me mantienen viva”, expresó sonriente.
Además, contra todo estereotipo y su enemistad con la tecnología, Elda se comunica por Skype con sus nietos, manda mails y chatea.
Otro ejemplo es Efraín Wachs (97), quien la semana pasada participó en tres jornadas de atletismo para adultos mayores y se llevó a casa 6 nuevas medallas, que sumó a sus otros trofeos que obtuvo con el atletismo 80 años de su vida.
Además, sigue ejerciendo su profesión de contador y tres veces por semana entrena a más de cien hombres de entre 60 y 90 años de edad a quienes anima a correr 10 kilómetros por semana.
“Mi sueño es participar el año próximo en las Olimpíadas de Francia, a los 99 en las de Australia y a los 100 en las de Corea del Sur”, enfatizó.
El caso de Elvira Laje (99) es diferente, ya que ella aprovecha la vida y su tiempo libre para ejercitar la mente de diversas formas.
En el hogar al que va todos los días, se reúne con amigas de su edad para pintar, bailar, hacer teatro y leer. No vivir aislada fue la receta para vivir más y bien. Elvira lee, sin lentes, biografías y diarios, limpia su casa, cocina, hace las compras y lava su ropa a mano.
Aída Franciosi (100) fue docente, directora, profesora de piano, administrativa del Correo, y secretaria de una parroquia. En septiembre cumplirá 101 años y todavía sigue moviendo la mente: “Leo el diario, hago crucigramas, leo libros, aunque tengo un problema en el oído que me aísla un poco”, dijo la cordobesa abuela de cuatro nietas y nueve bisnietos.
A Aída le gusta mucho mantener largas charlas con sus amigos, vecinos y parientes, pero el único requisito es que le tengan un poco de paciencia, ya que necesita que a cada frase eleven un poco la voz para que ella escuche bien.
Artin Elmayan, de 98 años, es socio vitalicio del club River Plate, entrena tenis tres veces por semana: “Con muchachitos de 70, 75 años”, se ríe.
Después, va al gimnasio a hacer aparatos: “Es que a esta edad la artrosis no perdona, hay que activar los músculos, sino se quedan dormidos”, comentó a Clarín.
Artin, que durante 56 años estuvo a cargo de una fábrica de uniformes de colegio, se jubiló con una idea: “Estoy de vacaciones de la vida”.
Planea seguir viviendo su vida de esta manera, viajar y seguir cuidando a su novia, con quien comparte su vida hace más de 70 años.
". Toda esa actividad te enriquece: yo, si pudiera, hoy aprendería chino. Esa parece ser entonces la receta: tener proyectos, porque es eso lo que da sentido a la frase “estar vivos”, culminó.