En la semana pasada habló el profesor de tres puntos de actualidad.
Cuando se quiere mejorar el saber, la pedagogía y el compromiso con la vida del docente, presentó a los oyentes en micrófono abierto una pregunta clave. “¿Para qué yo quiero enseñar?”.
Más adelante habló de la necesidad de un grupo de investigadores y experimentadores que de continuo fueran abriendo horizontes a la educación en el MEC. Las escuelas se caen. El apoyo escolar de merienda es en ocasiones deplorable. La formación docente hay que implementarla mejor.
Pero hecho todo esto, queda todavía lo más importante. “¿Y qué es en Paraguay, ahora, educar”? Para todo esto se nombró un ministro. Él ordenará aconsejado de arquitectos y nutricionistas sobre edificios y meriendas, pero el karakú de la educación exige ese grupo perenne de expertos en educación para profundizarla y experimentarla en pequeño antes que el Sr. ministro, haciéndola suya, la presente como modelo de educación.
El miércoles presentó también el profesor Melquíades una especie de paradoja que hay que resolver. Se da entre los colegios privados o públicos y la universidad privada o pública.
Hablando en general, ¿por qué los alumnos de los colegios privados son los que más entran en la Universidad Nacional y, en contraste, los alumnos de colegios públicos (con excepciones por supuesto) son los que llenan aquellas llamadas universidades “garaje” o similares?
Acaban los temas, pero los convierto en interrogantes.
¿El compromiso en la formación docente de mejorar e influir en la marcha del Paraguay desde el aula es una motivación aceptada por todos ellos?
¿Existe en el Paraguay ese grupo de investigadores y experimentadores en la educación?
En el último tema, insisto en “¿Por qué”?