Para la ocasión aumenta la venta de flores naturales y artificiales, mientras que muchos obreros se ganan algún dinero restaurando lápidas, cruces, limpiando maleza o pintando mausoleos, entre otras actividades.
Este año incluso han llegado varios hondureños que viven en el exterior, como en Estados Unidos, para colocar ofrendas florales a la tumba de sus padres u otro familiar, informaron algunos de los mismos viajeros o parientes suyos en Tegucigalpa.
“Yo vengo casi todos los años a la tumba de mis padres que tienen más de quince años de muertos en Santa Bárbara”, occidente del país, dijo a periodistas un hondureño que llegó el martes a Tegucigalpa, donde también tiene sepultado a un hermano.
En algunas comunidades de Honduras los cementerios fueron destruidos total o parcialmente tras el paso devastador del huracán Mitch, a finales de octubre e inicios de noviembre de 1998.
La comunidad de Morolica, en el departamento sureño de Choluteca, desapareció del mapa a raíz de ese huracán, que según fuentes oficiales dejó unos 5.657 muertos y daños materiales por más de 3.000 millones de dólares.
Los supervivientes de esa comunidad fueron los que levantaron después, con esfuerzo propio y ayuda estatal e internacional, lo que ahora se conoce como La Nueva Morolica, en un sitio más seguro.
El Gobierno concedió hoy permiso a partir del mediodía a aquellos empleados que tienen parientes fallecidos y visitarán los cementerios, informó una fuente del poder Ejecutivo.