20 abr. 2024

Los gastos de la visita y el uso de la razón

Por Gustavo A. Olmedo B. - golmedo@uhora.com.py

“La razón es la capacidad de conocer la realidad según la totalidad de sus factores. Esto define la naturaleza de la razón”. Se trata de un concepto repetido con insistencia por el teólogo y pensador italiano Luigi Giussani, en su libro La autoconciencia del cosmos, entre otros, y que reclama la forma reductiva con que muchas veces observamos e interpretamos la realidad.

Esta definición me vino a la mente leyendo los cuestionamientos surgidos en torno a los G. 10.000 millones que se calcula costará la visita del papa Francisco a nuestro país, prevista para julio próximo.

Mucha gente se preguntó por qué habría que gastar semejante suma, olvidando que casi todo el dinero lo tendrá que poner la feligresía católica, además de organizaciones civiles y personas de otros credos que así lo deseen. El Gobierno, obviamente, debe sumarse por tratarse de un jefe de Estado. Otros, incluso, apelaron al concepto de Estado laico, como si recibir a personalidades religiosas sea ilegal o si esta definición implicara un Estado que solo puede valorar a referentes alejados de cualquier signo confesional.

Pero más allá de estos y otros argumentos, principalmente marcados por la ignorancia o el prejuicio, lo preocupante aquí es el generalizado uso reductivo de la razón a la hora de juzgar. Se perciben juicios ligeros y repeticiones de clichés de forma acrítica. Es decir, muchos anticlericales o personas que rechazan a la Iglesia Católica o la fe cristiana dejan de valorar todos los elementos, incluso aquellos evidentes, como el movimiento turístico que generará la venida de Francisco, y hasta su perfil de influyente líder social y político.

Queda claro, que sin la totalidad de elementos en juego, como datos, personajes, contexto, valores, cultura, etc.; dejamos de ser razonables y vemos solo lo que nos interesa y no la totalidad, y así estrechamos nuestro horizonte y terminamos víctimas de la reactividad, los sentimientos, prejuicios o desinformación.

Y “considerar todos los factores” no es una cuestión de inteligencia, sino de apertura mental y postura moral, que no son otra cosa que una “disponibilidad” a esa exigencia de totalidad que pretende la razón humana, para acercarse más a la verdad de las cosas, los hechos, las personas.

Los prejuicios son creencias previas a la observación, afirma José Ingenieros; un reclamo adecuado en este caso, pues antes de un juicio vale mirar quién es el Papa sudamericano, su mensaje y trabajo, además de apreciar la esperanza y expectativa que hoy genera en la mayoría de nuestra población. Tener prejuicios es algo natural, lo que no corresponde a la razón es guiarse y determinarse por ellos, pues como dice Voltaire, estos terminan siendo “la razón de los tontos”.

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