El próximo 15 de noviembre –exactamente de aquí a un mes– se votará en los 250 municipios para escoger a los nuevos intendentes y sus respectivas juntas municipales.
Es el momento propicio, pues, de ir pensando por quiénes se va a depositar la confianza para que estén al frente de las diversas comunidades. Cada ciudadano hará uso de su poder para decidir el futuro inmediato de su entorno.
Hay dos tipos de postulantes a las intendencias: aquellos que por primera vez se están presentando en los comicios y aquellos que ya han ejercido mandatos y aspiran a ser reelectos. O re-reelectos, como los que recurrieron a la Justicia para obtener la venia de los jueces para volver a presentarse en las elecciones en marcha.
A estos últimos se los conoce muy bien por lo que no han hecho. Disponiendo de medios para mejorar sus calles, ofrecer un servicio de recolección domiciliaria eficiente de basura, dinamizar las actividades culturales, conservar en forma los espacios públicos, ordenar el tránsito, gestionar la construcción o reparación de escuelas y mantener transitables los caminos vecinales, han desperdiciado la ocasión de hacer progresar a sus municipios. Y hoy están en deuda con su pueblo.
Muchos de ellos no solo no han cumplido sus promesas electorales, sino que han lesionado la confianza que les fue conferida al transgredir las leyes vigentes en el país. En este grupo están los que recibieron dinero del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) y royalties de Itaipú y los han gestionado con corrupción. O no han rendido debida cuenta de la manera en que utilizaron los recursos públicos puestos a su disposición para emplearlos en beneficio de las personas.
Muchos intendentes, por lo que dejaron de hacer y por lo que hicieron mal, en vez de lograr el adelanto de sus municipios en materia de infraestructuras, lo han sumido en un mayor retraso. En términos pragmáticos, ello implica un incremento de la pobreza.
Los que no cosecharon méritos para que la ciudadanía les vote de nuevo tienen que irse a sus casas. O a la cárcel, si es que se les comprueba algún delito sancionado con pena de penitenciaría. La impunidad no debería seguir premiando a los ineptos y, para colmo, corruptos.
Los electores tendrán la oportunidad de convertirse en llaves de cambio para sus municipios. Su arma es el voto. Por lo tanto, no deben desaprovecharla. De una correcta elección de intendentes y concejales dependen su futuro y el de su familia. Repetir los errores del pasado será seguir cautivo de los inescrupulosos que llevan a sus bolsillos los fondos que pertenecen a todos.