EFE.
“Vamos a llegar hasta donde sea necesario para proteger este bosque”, asegura a Efe la responsable de Greenpeace Kasia Jagiello, quien señala que hasta el momento las talas se están llevando a cabo en zonas acotadas, cercanas a caminos, por lo que su impacto en el ecosistema del bosque todavía no es irreversible.
Tanto la Unesco como la comunidad científica y organizaciones ecologistas se oponen a la tala de árboles en Bialowieza (este de Polonia y oeste de Bielorrusia), el hogar de los últimos bisontes europeos en estado silvestre, y defienden que, al tratarse de un bosque prácticamente intacto desde hace 10.000 años, debe dejarse que la propia flora siga su curso natural.
La preocupación llegó a Bruselas, que el pasado 16 de junio abrió una investigación y dio a las autoridades polacas un mes para facilitar información sobre la extracción de madera en la zona, a partir de la cual la Comisión Europea decidirá si adopta medidas para impedirlo.
El Gobierno polaco, presidido por el partido nacionalista Ley y Justicia, alegó que las talas son necesarias para luchar contra un tipo de escarabajo que afecta a las coníferas de la zona y evitar que árboles enfermos se desplomen y puedan dañar a algún turista, a la vez que recuerda que la extracción maderera es un medio de subsistencia para la población local.
“El ministerio polaco trata a Bialowieza como si se tratase de cualquier otro bosque maderero”, lamenta Jagiello, que recuerda que supone sólo el uno por ciento de la zona boscosa nacional y sostiene que debería ser fácil respetar su estatus de espacio primitivo con un ecosistema especialmente frágil donde el hombre debe incidir lo menos posible.
El Ministerio de Medioambiente de Polonia no respondió a Efe cuando se solicitó una postura oficial ante esta situación.
Según el representante de Greenpeace, la población local que vive en los alrededores obtiene la mayoría de sus ingresos del turismo y hasta ahora sólo se beneficiaba de pequeñas talas muy localizadas.
Más allá van otros activistas ecologistas que prefieren mantenerse en el anonimato y que aseguraron a Efe que la presencia del escarabajo no es nueva y sus efectos no suponen una amenaza extrema para el arbolado, sino que detrás de la tala se esconden la venta de madera y los intereses económicos.
Frente a ellos, en declaraciones a la prensa local, uno de los guardas forestales de Bialowieza, Grzegorz Bielecki, se ratificaba en el discurso oficial y afirmaba que cortar un solo árbol infestado por el escarabajo puede “salvar de una a dos hectáreas de bosque al año”.
El plan del Gobierno incluye la tala de más de 180.000 metros cúbicos de madera durante los próximos diez años, más del triple de lo autorizado por el anterior Ejecutivo.
Si bien se evitará la tala dentro del Parque Nacional, sí se extraerá madera de las zonas de bosque que rodean el parque y forman parte de su ecosistema.
“Cada aumento en la cuota de talas conduce a la pérdida de un espacio natural único”, afirma Jagiello, quien califica la situación de “catastrófica”.
Actualmente, el Parque Nacional ocupa 10.500 hectáreas de todo el bosque de Bialowieza, aproximadamente un 16 % del arbolado, mientras que otro 20 % recibe una protección parcial y el resto de la masa forestal queda expuesta a la tala a pesar de formar parte del ecosistema que sustenta al parque.
Tanto los ecologistas como la comunidad científica demandan que se aumente la extensión del Parque Nacional, que como paisaje natural único pertenece a la red Natura 2000 y, por lo tanto, se encuentra también bajo la protección de Europa.
Siete grupos ecologistas, entre ellos WWF y Greenpeace, acudieron el pasado junio a la Comisión Europea para abogar por el fin de las talas en Bialowieza.