“El amigo es amigo para el amigo”, la amistad exige benevolencia mutua. Primero nos amó Dios, y así pudimos corresponder; nosotros le amamos, porque Él nos amó primero. El hombre manifiesta su correspondencia aceptando este amor de Dios, abriéndole su alma, dejándose amar, expresando en obras su amor.
Del mismo modo, el Señor nos ofrece ahora su amistad desde el Sagrario. Allí nos consuela, nos anima, nos perdona. En el Sagrario, como en aquella Tienda del encuentro, habla el Señor con todos, cara a cara, como un hombre habla con su amigo. Con la gran diferencia de que aquí, en nuestros templos, está Dios hecho Hombre: Jesús, el mismo que nació de Santa María, el que murió por nosotros en una cruz.
El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo: “En este caso, Jesús no se limitó a presentar la parábola, también la explicó a sus discípulos. La semilla que cayó en el camino indica que quienes escuchan el anuncio del reino de Dios, pero no lo acogen; así llega el maligno y se lo lleva. El maligno, en efecto, no quiere que la semilla del Evangelio germine en el corazón de los hombres. Esta es la primera comparación.
La segunda es la de la semilla que cayó sobre las piedras: Ella representa a las personas que escuchan la Palabra de Dios y la acogen inmediatamente, pero con superficialidad, porque no tienen raíces y son inconstantes; y cuando llegan las dificultades y las tribulaciones, estas personas se desaniman enseguida.
El tercer caso es el de la semilla que cayó entre las zarzas: Jesús explica que se refiere a las personas que escuchan la Palabra, pero a causa de las preocupaciones mundanas y de la seducción de la riqueza, se ahoga. Por último, la semilla que cayó en terreno fértil representa a quienes escuchan la Palabra, la acogen, la custodian y la comprenden, y la semilla da fruto. El modelo perfecto de esta tierra buena es la Virgen María”.
(Del libro Hablar con Dios de Francisco Fernández Carvajal y http://es.catholic.net/op/articulos/49040/cat/347/explicanos-la-parabola-de-la-cizana.html).