Lobo ya tenía sus años, más de 10 como mínimo, cuando quedó a cargo de la periodista Magda Riveros luego de que el anterior dueño, conocido como Óscar, falleciera. Conocía a los trabajadores que a diario pasaban por la zona de Benjamín Constant entre O’Leary y 15 de Agosto. A varios, junto a Rubia, los acompañaba hasta la parada del bus y a quienes viven en el centro incluso hasta sus casas.
Si bien Última Hora era su casa, podía ser visto vagando por las calles del microcentro asunceno junto con su compañera, Rubia, cuidándose mutuamente y dejando sus huellas por la ciudad, marcando por su paso a todo tipo de gente amistosa.
Lobo, debido a su edad, era “un poco cascarrabias”. Sin embargo, supo ablandarse a base de cariños y comida que le daban las personas, además de la insistencia de la propia Rubia. Ambos saltaban para recibir a alguien que llegaba o acompañar por unas cuadras a los que salían del diario. De esta manera regalaba felicidad a los trabajadores y a más de uno le alegró el día.
También se los podía ver correteando motocicletas o automóviles, lo cual les valió más de una atropellada a ambos. Pudo haber sido eso lo que causó que en estas últimas semanas Lobo esté sin energías, sin reacción, ya casi no comía e incluso ni movía la cola. Días atrás sí tuvo un atisbo de sentirse mejor, cuando algunas personas lo acariciaban.
Se lo veía ya siempre acostado, como si no quisiese o no pudiese moverse. Este domingo falleció en silencio a un costado de la puerta principal.