25 abr. 2024

Lobito Martínez: Un artista de alma


Recordar a Lobito Martínez, para mí, no es recordarlo solo como músico, sino también como un amigo, un hermano, que dejó huellas imborrables en nuestro camino, huellas que se traducen en tantas horas compartiendo escenarios y viajes, y tantos ensayos con Los Aftermad’s.

Carlos Báez

Músico

Tanto tiempo compartido en tantos viajes en nuestro país (pioneros en los recitales, beatlemanía, y en donde la primera parte del show era exclusivo de temas propios) y mas allá de nuestras fronteras, como EE. UU. (grabaciones en Criteria Recording Studios, en Miami), Sudamérica (Red Globo - Brasil), Europa (Madrid - Televisión Española, programa “300 Millones"; BBC, de Londres)... Y en cada viaje una historia, un detalle, un motivo, una imagen que nos inspiraba para componer una próxima canción. Lobito fue siempre el amigo, el hermano, el músico del oído absoluto; él podía detectar un acorde, una nota con solo escucharla. Ingresó a Los Aftermad’s en los años 70 y permaneció hasta el 84, aproximadamente. A veces componíamos en un viaje, en el ensayo; yo traía parte de una melodía y la completábamos juntos; luego trabajábamos en la lírica, en la letra de la canción, la repasábamos, la volvíamos a escuchar, hasta que nos complacía; luego la grabábamos y de vuelta a escucharla. Llevábamos el tema a nuestra casa y a día siguiente veníamos con nuevas ideas y la volvíamos a retocar. Esto nos obligaba a compartir juntos mucho tiempo, a contarnos tantas historias, tantos sentimientos, a pensar, a reírnos... y a seguir componiendo.

¡Lobito era un músico de alma, de vida! Buscaba siempre la perfección, en cada acorde, en cada voz en el coro (trabajábamos mucho en las distintas voces del coro). Él se encargaba de la dirección musical y de los arreglos orquestales junto a los guitarristas José Marín y Fernando Velázquez. Compusimos juntos muchas canciones: “Canto para ti”, “Aquel parque, aquel sol”, “Gabriela en otoño”, junto a Piteta de Elizeche (la madre de otro integrante de Los Aftermad’s, Óscar Elizeche), “El arco iris de Silvana”... Y también compuso “Qué más da” junto a nuestro recordado Rodolfo Kramer.

Lobito poseía un carácter muy peculiar: a veces lo sentíamos retraído, distante, como sumido y enfrascado mentalmente en algún arreglo musical, que luego lo traducía en las teclas del piano, en las cuerdas del mellotrón o en el sintetizador. Más tarde, sin embargo, volvía a ser locuaz, conversador.

Posteriormente deja Los Aftermad’s para ir a los EE. UU. a perfeccionarse en la Berklee, la mejor universidad musical de los Estados Unidos.

Lobito nos dejo físicamente, pero sigue viviendo en cada acorde, en cada melodía que seguimos entonando en todas nuestras actuaciones, en cualquier escenario que entonamos nuestro “Canto para ti” y que es coreado por todo el publico que lo escucha, haciendo volar palomas de pañuelos al viento mientras cantan los versos:

“Canto para ti, siento tanto amor para mí.

Canto para ti, con tus besos siento revivir.

Hoy digo que soy feliz, porque estás muy dentro de mí.

Y cantaré siempre para ti,

por siempre... para ti...”