18 abr. 2024

“Lo volvería a hacer sin dudar”, dice papá que se tiró al pozo tras su hijo

Rodrigo Cáceres es el protagonista de la historia, ya que sacó con vida a su pequeño Miguelito de las profundidades de un pozo con agua. Todos consideran que fue un milagro, pues el menor solo sufrió un rasguño.

Valentía.  Momento en que el niño es rescatado del pozo.

Valentía. Momento en que el niño es rescatado del pozo.

Raúl Cortese

ITAPÚA

Existe una frase que puede estar asociada a esta situación extrema, un padre da hasta la vida por sus hijos y esto fue lo que hizo Rodrigo Cáceres, el pasado fin de semana, quien arriesgó la suya para salvar a su hijo que minutos antes cayó a un pozo con agua de 20 metros para rescatarlo, hecho ocurrido en el barrio San Pedro de Encarnación. “Lo volvería a hacer sin dudar”, asegura Rodrigo. “Para nosotros no fueron minutos, fueron horas”. Recuerda que se estaba bañando cuando le avisa su sobrino que su hijo Miguelito se cayó al pozo. “Cuando llegué vi las maderas rotas que cubrían el pozo, le grité y no me respondía y con la luz del celular no se observaba nada en el fondo”, relata Rodrigo.

Desesperados por hacer algo, evitó además que su esposa se tirara al pozo; buscaron piola o una soga para poder bajar, pero solo consiguieron un cable, que se ató a la cintura y con ayuda de los vecinos que llegaron empezó a bajar en busca de su hijo.

“El cable era corto y no llegaba hasta donde estaba mi hijo, ahí recién él me habló y me pidió que le ayudara, ya que tenía frío, me tuve que tirar desde unos cinco metros porque el cable era corto. Ahí me atajé de la pared con la espalda y las piernas, y puse a mi hijo en mi regazo, donde esperamos hasta ser rescatados”, cuenta el valiente papá, ya recuperado de la dura experiencia que logró sortear el sábado, ya entrada la noche.

UN MILAGRO. Para él y su familia, se trata sencillamente de un milagro, porque ayer ambos fueron dados de alta del Hospital Regional, sin siquiera tener golpes internos, solo un pequeño rasguño en el empeine del pie derecho de Miguelito y nada más.

Comenta que siempre les reclamaba lo peligroso que resultaba tener el pozo tapado con maderas y sobre la necesidad de taparlo de manera definitiva, ya que no era utilizado. Rodrigo trabaja en la panadería de un supermercado local, sueldo que utiliza para pagar el alquiler de la vivienda en la que viven y sostener a su familia.

“Miguelito también fue muy valiente, se aferró a una pequeña protuberancia que la pared del pozo tiene en el fondo y de ahí se sostuvo hasta que llegué junto a él; no perdió la calma nunca”, explica. Le sorprendió que su hijo no tuviera siquiera el pelo mojado, ya que él cuando se tuvo que tirar se zambulló en el agua y no tocó el fondo.