Vale la pena reelegir a un gobernante que lo haya hecho bien, al estilo de Eligio Ayala. Reelegir a uno que nada haya hecho o no tenga credibilidad en el pueblo, es como ponernos la soga el cuello. Si lo hiciéramos, después no gritemos con desesperación. Nosotros somos los culpables.
Hacer esto no es nada fácil. Un partido tradicional, que se considere a sí mismo y a su enriquecimiento por el poder como objetivo, no tiene dificultad el ponernos esa soga a los demás ciudadanos.
¿Qué significa que un gobernante hizo las cosas bien?
Que gobernó para todos, con equidad, de abajo para arriba. Que priorizó el buscar las causas de la pobreza existente y tomó las medidas necesarias para que desaparecieran.
Comenzar dando miles de “casitas” o centenares de miles de “bolsitas” con alimentos es una burla. La pobreza en el campo y en la ciudad desaparecerá solo invirtiendo en nuestras fuentes de riqueza para que haya trabajo con un salario digno.
En el campo esto se hará con tierra y una reforma agraria (créditos, ayuda técnica, caminos de todo tiempo y mercado para los productos, etc.). No con desalojos, títulos truchos a latifundistas y tierras mal habidas.
Todo esto con salud y medicamentos para todos (como Lugo hizo). Con la educación cualificada y adaptada a nosotros.
Por supuesto que sojeros y ganaderos y exportadores ganarán menos porque deberán pagar altos impuestos y el impuesto gradual de la renta personal, porque ya ganaron suficiente en estos años de privilegios para ellos.
Añado la prohibición de un endeudamiento más y la inhabilitación en la política de todos los corruptos.
Todo esto es para empezar. Con ello el pueblo se animará a elegir a sus mejores servidores.