Y lo comunicó a todos los que vamos por la vida tras los grandes ideales comunes de servicio insistiendo en aquellos que más nos necesitan. Por favor ayúdennos a los jesuitas para estar donde debemos de estar.
Comenzó con unas palabras escuchadas al comenzar la reunión de todos los representantes jesuitas “Dejar atrás el miedo y remar mar adentro”.
Insistió en la audacia que necesitamos para cumplir nuestra misión. Nos aconsejó que “sin miedo”, confiados en el Señor, emprendiéramos “lo improbable y lo imposible”.
“Pensar para pensar en profundidad el momento actual de la historia humana que vivimos y contribuir a la búsqueda de alternativas para superar la pobreza, la desigualdad, la opresión”.
“Queremos aumentar la colaboración, no buscar a otros para que colaboren con nosotros... Queremos colaborar generosamente con otros, dentro y fuera de la Iglesia”.
Y todo ello desde una fe enraizada en el Dios de Jesús. ”Si nuestra fe es como la María... nuestra audacia puede ir aún más allá y buscar no solo lo improbable sino lo imposible, porque para Dios nada es imposible... una humanidad reconciliada en la justicia, que vive en paz en una casa común bien cuidada, donde hay lugar para todos, porque todos nos reconocemos hermanos y hermanas de un mismo y único Padre”.
Repito lo del comienzo: Ayúdennos a navegar mar adentro en el presente-futuro de la historia del Paraguay, de América, del mundo. A luchar por un nuevo Paraguay sin aceptar lo que nos dicen de que eso es imposible. A romper económicamente la desigualdad existente, poniéndonos descaradamente del lado de los que menos tienen.
Así, luchar vale la pena.