En la Facultad de Medicina y, por ende, el Hospital de Clínicas, para ser beneficiado con múltiples rubros y tener los mejores salarios, la consigna de los últimos años era sabida por todos los funcionarios: lealtad a los hermanos Jaime y Emiliano Ibarrola. Denunciarlos o contradecirlos era sinónimo de persecuciones.
Es así que los Ibarrola fueron creando un grupo de médicos y personal administrativo incondicionales, a los que premiaban con cargos, traducidos en casi G. 600 millones al mes.
Cada uno de estos funcionarios contaba con un mínimo de 6 y un máximo de 10 cargos. Los sueldos médicos superan en casi todos los casos los G. 20 millones y llegan incluso a los G. 40 millones, percibiendo más que el propio presidente Horacio Cartes (ver infografía).
En familia. Los hermanos son considerados los verdaderos decanos de Medicina y, según manifestaron los profesores y estudiantes, tenían más poder incluso que el ex decano Aníbal Peris, convirtiendo a la Facultad en una seccional colorada.
Mientras que los reclamos por falta de insumos en Clínicas eran frecuentes, Jaime se embolsaba todos los meses la suma de G. 34.608.493, por 7 rubros. Y mientras también había médicos residentes trabajando ad honorem, Jaime, siendo jefe, usurpaba cargos destinados a los pasantes.
Su hermano Emiliano no se quedaba atrás. Con 5 rubros en Medicina, cobraba cada mes G. 16.624.093. Pero eso no es todo. Mediante su amistad con el ex rector Froilán Peralta logró ubicarse como director de Extensión Universitaria, con un sueldo de G. 15.528.160. Parte de sus tareas en el Rectorado era administrar la guardería, donde supuestamente trabajaba Tatiana Cogliolo, la ex secretaria del rector.
Además, Jaime y Emiliano también ubicaron a sus esposas, Claudia Contreras, con G. 11.535.905, y Macarena Theys, con G. 5.602.993, respectivamente.
La claque. Los incondicionales acaparaban los principales cargos de confianza en Medicina y Clínicas.
Entre los considerados el primer anillo se encuentran los doctores Ariel Fretes Ruiz, Gustavo Rodríguez Andersen, Julio Torales Benítez y José Mario Cappello, entre otros.
Fretes Ruiz, quien fue puesto como vicedirector de Clínicas, contaba con 10 rubros y ganaba G. 40 millones por mes. Era además jefe de cátedra, auxiliar de enseñanza, profesor y jefe médico. Contaba con dos bonificaciones, subsidio familiar y hasta cobraba aparte como profesional superior.
Rodríguez Andersen, actual director del Departamento Investigaciones de Medicina, cuenta con 8 rubros y gana G. 34.392.993 por mes. Tras la renuncia masiva en la casa de estudios comenzaron a circular grabaciones de este doctor amenazando a sus alumnos.
Algunas de sus frases célebres, reflejadas en carteles que fueron pegados en la Facultad son: “Fuera, tenés ausente por estúpida”, “No sos burra, sos torpe” y “No te quiero sacar plata a vos, quiero fundirte la vida”.
Por su parte, Torales Benítez (jefe de Psiquiatría) y Capello (miembro del Consejo Superior) no se quedaban atrás y con múltiples rubros cobraban mes a mes G. 32.352.993 y G. 30.215.493, respectivamente. El director de Recursos Humanos era Edison Thomen Olazar, quien ya fue separado de su cargo.
ÚH buscó incesantemente a los hermanos Ibarrola y su primer anillo, pero nuestra búsqueda fue infructuosa. Los mismos docentes y alumnos afirmaron que desde que estallaron las denuncias en Medicina, estos profesionales se borraron del mapa.
Cuando consultamos en Urgencias por Fretes Ruiz y en Investigaciones por Rodríguez Andersen, sus asistentes nos respondieron: “Esa es la gran pregunta en la UNA”.
Medios. Dentro del primer anillo también estaba el denominado “cuatrinomio”, compuesto por Sara Mongelós (jefa de Cocina), con 7 rubros y una remuneración de G. 13.964.298; Julio Villalba (jefe de Seguridad), con 9 rubros y G. 10.896.472; Martín Ramírez (jefe de Servicios), con 8 rubros y G. 11.262.467, y Héctor Colmán (jefe de Archivo), con 8 rubros y G. 10.505.895.
El equipo especial tenía a su cargo manejar a los que llamaban los mandos medios, es decir, los estudiantes y los funcionarios sin cargos altos.
Días atrás, cuando los alumnos se manifestaron en Clínicas, el “cuatrinomio” lideró un grupo que intentó acallar el reclamo y romper los carteles de protesta.