César Maidana y su tía Celia Maidana, acusados por el crimen de la empresaria, depusieron ante los jueces Víctor Medina, Elsa García y Olga Ruiz. El viernes se darán los alegatos finales de las partes.
César dijo que conoció a su tía Celia en un cumpleaños en Ñemby, y que ella supo que era barrabrava de Cerro Porteño, por lo que le contactó. Relató que se encontraron tres veces, una en el supermercado El Pueblo, otra en Pancholo’s y la última en McDonald’s.
Alegó que su tía Celia le dijo que quería asustar a una mujer, que supuestamente era su empleada que se metía con su marido. Incluso le enseñó la foto de Sonia Doutreleau, a quien identificó como su empleada, y le mostró la oficina. Afirmó que luego su tía le pidió matarla, pero que le contestó que no era un asesino. Alegó que primero dijo que era por su esposo, pero luego refirió que quería matarla porque “le iba a pillar todo en la auditoría“ del 1 de julio del 2014.
Recordó que contactó con Gabi (María Gabriela Villalba, coprocesada), que fue con su novio. También había hablado con alguien de la barra de Cerro, un tal Chuqui, con el que le sacaron G. 1 millón, pero no hicieron el trabajo. Apuntó que se enteró del hecho por la prensa.
Por su parte, Celia reconoció que ella tenía un problema con una mujer, a la que no identificó, que creía que su marido la engañaba con ella. Remarcó que era por la depresión posparto y que nunca habló de matarla. Se guardó el nombre y dijo que no conocía al tal Chuqui, ni al novio de la coprocesada, Gabi, en ese entonces.
“El tema de asustarle, no hacerle daño. No me vino eso a mi cabeza (matarla); solo era asustarle. Esa persona me molestó mucho cuando estaba embarazada. Fue al comienzo de mi embarazo que me molestó bastante”, acotó. Refirió también que sí dio dinero a César, unos G. 300.000, pero porque este no tenía trabajo y nada más. Sostuvo que se armó toda una novela y negó todos los cargos en su contra.