El Espíritu Santo nos ilumina para que conozcamos la verdad, nos inspira y nos mueve, antecediendo, acompañando y perfeccionando las buenas acciones. Dios es el que obra en vosotros, por efecto de su buena voluntad, no solo el querer, sino el ejecutar. Sin embargo, la gracia no suprime la libertad, pues somos nosotros quienes queremos y actuamos.
Nadie podrá decir que ha sido olvidado o desamparado por Dios, si hace cuánto está a su alcance, porque el Señor concede su auxilio a todos, también a quienes están fuera de la Iglesia sin culpa propia.
Es más, el Señor, infinitamente misericordioso y paciente, ha procurado una y otra vez, de mil maneras distintas, la vuelta de quien se marchó con la herencia y ahora se encuentra en una lamentable situación.
Cada día sale a esperarle y mueve su corazón para que reemprenda el camino que conduce a la casa paterna. Y cuando encuentra correspondencia a su gracia se vuelca en ayudas y bienes, y le anima a subir más y más.
El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo: “¿Qué ventaja hemos recibido por cumplir los mandamientos de Dios, mientras que los ‘soberbios’ aún haciendo el mal, se multiplican y, aún provocando a Dios quedan impunes?
Muchas veces vemos esto: La gente mala, la gente que hace el mal parece que en la vida le va bien: Son felices, tienen lo que quieren, no les falta nada. ¿Por qué a este que es un descarado a quien no le importa ni Dios ni los otros, que es una persona injusta y mala, le va todo bien en la vida, tiene todo lo que quiere y nosotros que queremos hacer el bien tenemos tantos problemas?
La respuesta la encontramos en el Salmo que proclama ‘dichoso’ al hombre que no sigue los consejos de los malvados y que encuentra su alegría en la ley del Señor.
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios de Francisco Fernández Carvajal y http://es.catholic.net/op/articulos/14333/cat/565/se-cumplira-hasta-la-mas-pequena-letra-de-la-ley.html).