Luego de un año 2015 sumamente desalentador para la región latinoamericana, con tasas de crecimiento económico negativas, en 2016 el desempeño económico viene mostrando una estabilidad que tranquiliza.
Los mercados financieros internacionales se moderaron, los precios de las materias primas se recuperaron levemente y se redujeron los temores de un eventual aumento de las tasas de interés por parte de la FED.
No obstante, los riesgos permanecen ante la caída de la demanda externa, el comercio internacional que continúa sin recuperarse desde 2009, la volatilidad de los mercados financieros y el avance del brexit.
Se espera que en 2017 se recuperen levemente los precios internacionales y con ellos los términos de intercambio, lo cual beneficiará a Argentina y Brasil. El mejor desempeño externo junto con el probable empuje a la inversión podrían dinamizar estas economías. Sin embargo, ambos países tienen fuertes restricciones fiscales y en 2017 se mantienen las presiones inflacionarias.
Un factor menos cuantificable y medible, pero igualmente importante, es la confianza.
Varios indicadores en ambos países vecinos dan cuenta de los bajos niveles mostrados por la ciudadanía –tanto consumidores como empresarios–. Esta no es buena señal, ya que las expectativas afectan sobre todo a la efectividad de la política monetaria.
Más allá de las variables típicamente macroeconómicas, también es necesario considerar el impacto de la evolución de indicadores que afectan al empleo y al ingreso de las personas, sobre todo en el caso de la Argentina donde vive un gran número de paraguayos, trabajando y enviando remesas.
Las autoridades económicas nacionales deben monitorear permanentemente la evolución del desempeño económico en estos dos países, teniendo en cuenta los vínculos cercanos entre esas economías y la nuestra.
No hay que olvidar que una parte importante de las exportaciones tienen como destino final al Brasil o Argentina y que también somos compradores de bienes y servicios originados allí.
La volatilidad del crecimiento económico paraguayo, en parte, se explica a partir de las condiciones inestables que históricamente han caracterizado a ambos países. La volatilidad introduce un alto grado de incertidumbre, lo que afecta a la inversión, fundamento actual del crecimiento.
Paraguay ha logrado mantener un ritmo de crecimiento aceptable, dado el contexto internacional no solo inestable, sino también con fuertes signos de depresión.
Es de esperar que nuestra política económica cuente con los mecanismos e instrumentos necesarios para anticipar posibles eventos adversos en las condiciones en los países vecinos y atenuar las consecuencias negativas de los mismos sobre la economía paraguaya.