A 100 años de las apariciones de la Virgen de Fátima a unos pastorcitos, en un pueblito de Portugal, sus mensajes no han perdido vigencia, según expresa el padre Rafael Ibarguren, integrante de la Congregación de Los Heraldos en Paraguay.
La primera visita fue el 13 de mayo de 1917 y les habló a los hermanos Francisco y Jacinta Martos, de 9 y 7 años, respectivamente, y a su prima Lucía Dos Santos, de 10 años, sobre el término de la Primera Guerra Mundial y el advenimiento de otra, en caso de que el mundo siga en el pecado.
“Se puede afirmar que las apariciones de Fátima en 1917 fueron los acontecimientos más importantes del siglo XX porque fue la propia madre de Dios que vino a hablarle a la humanidad; que pidió conversión, pidió penitencia y que profetizó ciertas cosas que se realizaron y otras que no”, apunta.
Se trató de una “voz del cielo” –dice– que fue avalada por la Iglesia Católica y fue una de las apariciones más reconocidas que tuvo repercusión internacional.
“Esas advertencias y esos consejos que dio están siempre en pie; y creo que ahora más que nunca hay que escucharlos y ponerlos en foco en vista a las tensiones que hay en el mundo”, resalta el cura.
La Virgen se mostró desde aquella ocasión en los siguientes meses, en la misma fecha, hasta el 13 de octubre.
Ibarguren entiende que las palabras expresadas por Fátima pueden ayudar a revertir “el espíritu religioso tan apagado” y la vida tan materializada. “Estas apariciones son tanto o más actuales que hace 100 años atrás. Sus palabras no pierden vigencia”, remarca.
esperanza. La invitación, a un siglo de su serie de apariciones, se puede sacar literalmente del texto del mensaje, de acuerdo con el religioso. “La Virgen pide oración, que se rece el rosario, que se deje de ofender a Dios, que se ore por los pecados, por la paz del mundo. Todo eso tiene mucha vigencia y actualidad”, refiere sobre los dichos de la Santísima que son el “eco fiel del Evangelio”, cuyo punto medular es “el anuncio del Reino de Dios y el llamado a la conversión”.
“Nos llama a la conversión y también anuncia el Reino de Dios porque al final de su mensaje dice que ‘por fin su corazón inmaculado triunfará’. Independientemente de las crisis, de las guerras y de lo que pueda suceder está en el fin del horizonte el inmaculado corazón de María; es decir, el triunfo del bien, de la Iglesia y del sagrado corazón de Jesús”, instruye el sacerdote.
Echa por tierra que el anuncio de Fátima sea de tragedia, como se creyó durante todo este tiempo. “Es más bien un mensaje de esperanza, que nos trae mucha esperanza y júbilo. Pero es un mensaje también muy serio: hay que ser coherentes, consecuentes y dar oídos a ese pedido de oración, de penitencia y de conversión”, enumera.
No comparte que hoy, ante la amenaza de una Tercera Guerra Mundial, sean necesarias nuevas apariciones de Fátima. “Para eso tenemos el magisterio y las enseñanzas de las sagradas escrituras. La Virgen, así como los santos se manifiestan, nos dan una especie de empujoncito misericordioso para volver a los orígenes y valorar las cosas en su debida medida”, remata.