Por Patricia Figueredo<br/><br/>pfigueredo@uhora.com.py<br/><br/>Un hospital con ventanas y puertas tapiadas, y en su interior 600 heridos de guerra más las enfermeras, ardía en llamas el 12 de agosto de 1869, durante la Batalla de Piribebuy de la Guerra de la Triple Alianza (1864–1870).<br/><br/>Era el Hospital de Sangre, en el que aún después de un tiempo de haberse producido el incendio, provocado por las tropas aliadas, se seguía oliendo carne quemada, e incluso restos de piel permanecían pegados a la pared.<br/><br/>El historiador Jorge Rubiani comenta que según testimonios también se encontraron arañazos en las paredes y puertas, reflejando así la desesperación con la que los cientos de enfermos encerrados buscaron la salida para escapar de aquel infierno asesino.<br/><br/>En aquel tiempo, el general brasileño Juan Manuel Mena Barreto cayó muerto luego de que un certero disparo del mitã′i Gervasio León –niño paraguayo francotirador– lo alcanzara. De ahí, la furia del Conde D′Eu se encendió más que nunca.<br/><br/>La primera víctima de la ira del conde fue el comandante paraguayo Pedro Pablo Caballero, quien al no pronunciar palabra alguna de rendición fue degollado y su cabeza rodó hacia los pies de su esposa que presenció el hecho, recuerda Rubiani.<br/><br/>No contento, el conde siguió averiguando dónde había más gente con vida y fue allí cuando le avisaron de la existencia de un acto oficial en donde estaba el maestro guaireño Fermín López, a quien también mandó degollar con sus dos alumnos al lado.<br/><br/>"Por último le hablaron del Hospital de Sangre. Dio la orden y fue quemado, y los que intentaban salir a punta de bayoneta entraban nuevamente”, relata Miguel Ángel Romero, encargado del Museo Pedro Pablo Caballero.<br/><br/>Es ahí, reflexiona, donde las cosas de la guerra tienen su propia lógica. “Cuando uno ve a su jefe tan fuera de sí en el afán de satisfacer o calmar su furia, la soldadesca o subordinados que no tienen capacidad de raciocinio o discernimiento, extreman las medidas de represión y a raíz de ello incendiaron el hospital”, refiere Rubiani.<br/><br/>No solo paraguayos murieron allí. En el hospital también estaban heridos de las fuerzas aliadas. Los soldados que cumplieron la directiva del Conde D′Eu olvidaron eso y sin temblarles el pulso quemaron vivos a todos, incluso a los niños.<br/><br/>Esos desbordes de pasión produjeron en Piribebuy toda una leyenda de acontecimientos luctuosos el 12 de agosto, que permanecen hasta ahora en la memoria de algunos pocos.<br/><br/>ACTUALIDAD. Hoy, un monumento erigido en 2006 en el que homenajean a los caídos en la Batalla de Piribebuy y a los muertos en el Hospital de Sangre reposa en ese lugar.<br/><br/>Penosamente no existen señalizaciones para llegar al sitio, lamentan los pobladores, quienes siempre reciben a turistas, que luego de varias consultas llegan al monumento.<br/><br/>El año pasado la Cámara de Diputados aprobó el reconocimiento del sitio como patrimonio histórico nacional, pero aún no fue ratificado por la Cámara Alta.<br/><br/>LO QUE DEJÓ EL INCENDIO<br/><br/>En el Museo Histórico Pedro Pablo Caballero, que está a cargo de Miguel Ángel Romero, se encuentran algunas vigas, tejas y ladrillos del Hospital de Sangre.<br/><br/>Esos vestigios son la prueba de aquel trágico y cruel acontecimiento que marcó la historia del país y que hoy se mantiene mediante este tipo de acciones particulares como el museo de don Miguel.<br/><br/> El mismo considera al museo como el guardamemoria de la zona. En él, además de estos restos del Hospital de Sangre se encuentran otros artículos de la Guerra del Chaco (1932–1935) y de la Triple Alianza (1864–1870).<br/><br/>Cada día, don Miguel recibe la visita de personas interesadas en conocer lo que se vivió cientos de años atrás.<br/><br/>El sitio se encuentra abierto de martes a domingo y está ubicado a pocos metros de la iglesia de Piribebuy, en donde también se concentran muchas historias de lo que se vivió en la Batalla de Piribebuy, el 12 de agosto de 1869.<br/><br/>