Es importante no perder de vista el hecho de que los millones de guaraníes que se pierden en el agujero negro de la prebenda y de la corrupción empotradas en la Universidad Nacional de Asunción son recursos que faltan para pagarles salarios dignos a los profesores universitarios, libros para las bibliotecas de las facultades, laboratorios e infraestructura para la universidad.
Con la investigación iniciada por Última Hora quedó al descubierto la profunda descomposición moral que afecta a la institución universitaria más antigua del país. Ni los estudiantes ni la ciudadanía deben olvidar nada de lo que pasó.
El ex rector Froilán Peralta –imputado por inducción a un subordinado a cometer un hecho punible y por lesión de confianza– otorgó privilegios a su secretaria Tatiana Cogliolo, maestra parvularia que cobraba como profesora universitaria. La joven también se encuentra imputada por cobro indebido de honorarios y la expectativa de pena es de 2 años de privación de libertad.
Con Peralta y su asistente, son alrededor de 50 las personas imputadas por el escándalo de corrupción detectado en la UNA, mientras que los investigados se acercan a los 300.
Mientras tanto, los procesos deben continuar, y las autoridades deben dar las necesarias garantías de que las investigaciones van a concluir y que al final se hará justicia.
Actualmente un equipo de auditores trabaja con los agentes de Delitos Económicos para verificar los documentos incautados de las 12 facultades de la UNA.
La onda expansiva a nivel mediático fue imparable, pero a meses de aquellos hechos se corre el riesgo de que la llama de la indignación se apague. Y si eso llegara a suceder también se corre el riesgo de que el caso quede impune.
Para que esto no suceda la persistencia de los universitarios es fundamental. De ellos depende que la Universidad Nacional deje de ser ese lugar donde se reparten cargos, salarios y privilegios. Y que vuelva a recuperar el prestigio de ser una de las instituciones más importantes del país.
Sanear la UNA de planilleros es una tarea que compete a todos. A los estudiantes y a las nuevas autoridades de la universidad, para que no caigan en la inercia y repitan las mismas acciones. También es responsabilidad de los fiscales y contralores, y finalmente también compete a toda la sociedad paraguaya. Una sociedad que mantiene a esta institución con los recursos que provienen de sus impuestos.
La UNA no puede seguir siendo un refugio de prebendarios, ya no puede seguir siendo un foco infectado por la corrupción.
Si no se sanea la universidad no habrá oportunidad de construir un país con mejor calidad de vida para todos sus habitantes. Pero, sobre todo, no habrá posibilidad de hablar sobre un futuro mejor. El Paraguay necesita una academia donde las mejores mentes del país piensen, creen, inventen, innoven y ayuden a resolver los grandes problemas del país. Para eso necesitamos a la UNA.