Nuestro querido Paraguay tiene el poder de subvertir toda lógica y eso no es novedad. Aún así existen cuestiones que no dejan de sorprender a propios y extraños.
Una característica bien marcada que lastimosamente está insertada hasta el karaku en esta sociedad es ir a contramano de lo establecido, y no solo eso: Tenemos todo el derecho de reclamar y hasta agredir a quien nos reclama hacer lo correcto.
Nos pasa en el tráfico. ¿Les suena conocida la historia de algún desubicado que hizo una maniobra indebida, que no prendió el señalero o que simplemente se le ocurrió quedarse en medio de la calle para bajarse a comprar una empanada, con la excusa de que prendió la bendita “luz de stop”, y nos puteó con vehemencia y hasta nos amenazó cuando amablemente (o no tanto) les hicimos notar su error?
La noticia del agente de la Policía Municipal de Tránsito (PMT) que fue insultado y agredido físicamente, por los que se suponen “adultos responsables”, que tan responsablemente estacionaron en la acera del costado del colegio Cristo Rey, nos confirma que el horroroso cáncer de la prepotencia de la Ley del Mbareté sigue gozando de buena salud en el Paraguay, y que no es exclusividad de las capas bajas, para nada.
Son pocos los que se animan a hablar públicamente de la prepotencia de la “gente bien”, pero existe, está ahí, pero hasta pareciera que es una cosa “normal” que se nos presenta ante nuestras caras.
Es increíble cómo nos indignamos y pegamos el grito al cielo cuando se viraliza el video de un cuidacoches o de un limpiavidrios agrediendo a un ciudadano que no pidió su servicio, pero fingimos demencia cuando pasa exactamente lo mismo en el polo opuesto del clasismo. ¿Qué clase de ejemplo están dando esos padres a sus hijos? Pregunta medio obvia, pero hay que hacerla.
Seguramente son los mismos padres que van a tirotear a los profesores que ponen bajas calificaciones o llaman la atención a sus hijos por mal comportamiento.
Produce mucha tristeza que nos topemos con una nueva generación de prepotentes y matones cada vez que posamos la mirada hacia el futuro.
El día que dejemos de reclamar a quien nos reclama con justicia será el día que verdaderamente avancemos, aunque sea un poquitito. Mientras tanto, la prepotencia no será solamente cosa de ricachones.
PD: Un gran aplauso al agente que no estaba haciendo otra cosa más que el trabajo que le corresponde.